El gran promotor de la Congregación Redentorista
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La presencia de Cristo en la comunidad
Raíces: El gran promotor de la Congregación Redentorista – P. José Passerat
Podría parecer que el cierre del centro de los Benonitas, la dificultad en Viena, o la posterior muerte de san Clemente Hofbauer podría haber acabado con los siguientes destinos de los redentoristas de la parte norte de los Alpes. Nada menos acertado. Aquel que sin duda contribuyó al desarrollo de la Congregación del Santísimo Redentor fue un fraile extraordinario, un redentorista, cuyo proceso de beatificación está curso. San Clemente lo valoraba mucho. Veía en él su sucesor. Poco antes de su muerte, san Clemente reunió entorno a sí futuros candidatos a la Congregación y les dijo: “Consolaos, hijos míos, ahora tenéis un maestro muy imperfecto, pero, cuando nuestros asuntos se arreglen, os enviaré a un gran francés que os enseñará cómo orar. Si con su ejemplo no llegáis a ser santos, entonces nunca llegaréis a serlo”.
¿Quién era este Gran Francés sobre el que escribía san Clemente Hofbauer? El padre José Passerat. Actualmente venerable Siervo de Dios. Algunos lo llaman “el gran rezador”. Sin embargo, no fue una persona que simplemente contemplara a Dios, sino que también era una persona que podía traducir la oración en acción. Precisamente a él los redentoristas deben su desarrolló dinámico en la primera mitad del siglo XIX. Por aquel entonces, se establecieron numerosas comunidades en Austria, Suiza, Baviera, Bélgica, Rumanía y Estados Unidos.
Conozcamos la historia de este extraordinario fraile redentorista, el p. José Passerat. Nació el 30 de abril de 1772 en Joinville, Francia. Sobre la infancia de José Passerat sabemos poco. Se dice que desde temprana edad expresaba el deseo de ser sacerdote. El joven José comenzó su educación en la abadía de san Urbano, donde los benedictinos llevaban una escuela para jóvenes. Con 16 años, ingresó en el seminario menor, regido por los Lazaristas. Tras finalizar la educación primaria, José Passerat quiso continuar sus estudios en el Seminario de Paris. Desgraciadamente, la Revolución Francesa, que estalló en el año 1789, eliminó sus planes. Los seminarios se cerraron, y los sacerdotes se vieron obligados a prestar juramento en la constitución civil del clero, rompiendo así la unidad con la Santa Sede. Para la Iglesia en Francia comenzaba un tiempo de persecución y martirio.
El deseo de ser sacerdote era muy fuerte en el joven José Passerat. No podía, sin embargo, estar de acuerdo con la situación existente de la Revolución. Buscaba, entonces, un sacerdote que pudiera prepararlo para el sacerdocio, mediante la enseñanza de la filosofía y la teología. Dependía, sin embargo, de que esta persona fuera fiel a la Santa Sede, y no hubiera prestado juramento a esa constitución. Este rayo de esperanza resultó ser un joven sacerdote de su natal Joinville, el cual accedió a instruir al joven Passerat. Desgraciadamente, en 1792, Francia declaró la guerra a Austria. Los países europeos no estaban de acuerdo con las opiniones de los revolucionarios franceses. Francia declaró la movilización de las armas. José Passerat fue llamado a la guerra. De nuevo, su sueño de ser sacerdote se postponía. Se le asignó a una orquesta militar. Gracias a su alta estatura, muy rápido llamó la atención de los comandantes, que lo designaron jefe principal de la guardia. Fue responsable de organizar las paradas del ejército. José Passerat sentía interiormente, que éste no era su lugar, que éste no era el lugar al que lo llamaba Dios. Por eso, mientras organizaba una de las paradas en Bitche, en Lorena, huyó del ejército.
José Passerat pudo de nuevo continuar su camino hacia el sacerdocio. Sin embargo, tuvo que hacer muchas cosas de modo cauteloso y a escondidas. Recordemos que era un desertor. Decidió irse a Bélgica, donde se hablaba francés. Allí quiso finalizar los estudios y recibir la ordenación sacerdotal. Pero estos planes rápidamente se arruinaron, porque se encontró con tropas francesas allí. Por temor a que lo llamaran de regreso al ejército, huyó a otro lugar, a Lieja; sin embargo no pudo quedarse allí. Otro lugar, al que pudo ir, fue Alemania. No sabía ni la lengua, ni las costumbres. Su deseo de ser sacerdote resultaba, sin embargo, más fuerte. Finalmente, ingresó en el seminario de Tréveris, pero este lugar resultaba inapropiado para él: Esta vez no por las tropas francesas, sino por las opiniones heréticas de los profesores, que enseñaban el febronianismo. Esto llevó a José Passerat a abandonar los muros del seminario.
José Passerat se enteró de que en la cercana Augsburgo había profesores fieles a la doctrina. Antiguos jesuitas que enseñaban una sana ciencia católica. Este lugar resulto ser su salvación. Estuvo allí durante dos años. Su estancia finalizó con la recepción de las órdenes menores. Probablemente, justo allí, por vez primera, se encontró con la enseñanza de san Alfonso de Ligorio, fundador de los redentoristas. En este tiempo, se fundó el seminario para los emigrantes seminaristas franceses en Wurzburgo. Sin embargo, sólo estuvo allí algunos meses.
No sabemos de qué manera se enteró sobre la actividad de san Clemente Hofbauer en Varsovia. ¿Por influencia de los exjesuitas de Ausburgo, o por su estancia en el seminario de Wurzburgo? No lo sabemos. Lo que es seguro es que, a comienzos de 1796, junto con tres seminaristas franceses, llamó a las puertas del monasterio redentorista de Varsovia. En ese momento, su superior era san Clemente. Los redentoristas acogieron con gusto a los candidatos franceses. Por aquel entonces, en Varsovia había muchos inmigrantes franceses, a los que futuros sacerdotes podían atender.
De esta manera, José Passerat ingresó en la Congregación redentorista. Fue muy rápido, pues, tras un noviciado de siete meses, nuestros cohermanos franceses, el 13 de noviembre de 1796, hicieron sus votos religiosos. El 15 de abril de 1797, se cumplieron los sueños de la infancia de Passerat. Recibió la ordenación sacerdotal. Muy rápido se puso a trabajar. Ya un año después de la ordenación, se convirtió en maestro de novicios, y, por tanto, en la persona responsable de la formación de candidatos a la congregación. Enseñaba también a los jóvenes seminaristas, entre otras cosas, teología moral y teología dogmática. Debido a las dificultades con el idioma (apenas hablaba alemán y polaco), no predicaba muchos sermones. No obstante, era un confesor muy valioso.
San Clemente procuró el desarrollo de la congregación. De ahí también que intentara fundar nuevos monasterios en los territorios de la actual Alemania, Austria y Suiza. En 1802, consiguió fundar una nueva comunidad redentorista en el monte Tabor en Jestetten. El superior de la comunidad fue el p. José Passerat. A pesar de las difíciles condiciones de alojamiento, vivían casi en la miseria, el p. José, junto a los cohermanos, comenzó el trabajo pastoral. Los redentoristas asumieron el cuidado pastoral de la iglesia para peregrinos en Triberg. Desgraciadamente, el trabajo ferviente de los redentoristas y su gran confianza, puesta en sus fieles, no gustaron mucho a las autoridades del momento. Fueron llamados fanáticos religiosos y su situación era incierta. Expulsados de Triberg, los redentoristas, junto con el p. Passerat, llegaron a Babenhausen. A pesar de las dificultades, de la vida pobre, los frailes no se desanimaron, sino que confiaron en Dios. Un testimonio especial, concerniente al trabajo de san Clemente y el p. Passerat, son las palabras del párroco de Weinried: “dame cuatro Hofbauers en el ambón, y cuatro Passerats en el confesionario, y convertiré a todo el Reino”. Este testimonio es muy característico de los redentoristas de esos tiempos: fervientes y continuamente presentes en medio de la gente.
El periodo de 1807 a 1820 es un tiempo en la vida del p. José Passerat que se caracterizó por una continua intranquilidad por sus cohermanos y fundaciones. Los redentoristas eran perseguidos de punta a punta. No consiguieron fundar comunidad en Chur, o en Visp o en Suiza. Tuvieron que abandonar estos lugares. Su trabajo incesante, y la gran confianza que la gente les daba, fueron sal en el ojo para las corrientes ilustradas, para las cuales la religión eran supersticiones innecesarias. A pesar de estas dificultades, el p. Passerat continuamente confió en Dios y buscó un nuevo lugar donde pudiera fundar una comunidad. Los redentoristas encontraron un techo sobre sus cabezas en Friburgo. Desgraciadamente, en el mismo monasterio sólo podían quedarse los seminaristas. Los padres, por su parte, estaban divididos por los alrededores, donde asumían trabajos como párrocos o vicarios. José Passerat fue párroco de un lugar no muy grande, aproximadamente a 15km de Friburgo. A pesar de esta dispersión, procuró mucho la formación de sus cohermanos. Los reunía entorno a sí para la oración, organizaba para ellos conferencias ascéticas, muy escrupulosamente tenía en cuenta los votos religiosos, especialmente el de pobreza. Despertó una gran confianza y consideración entre el clero del lugar. El nuncio incluso lo quería promover a obispo; sin embargo, a este plan se oponía san Clemente diciendo: “no se puede alejar a los hijos de su madre”.
El 1818 resultó un año feliz para los redentoristas. Gracias a la benevolencia del obispo del lugar y a la autoridad local, se llegó al acuerdo de que los redentoristas podían fundar una comunidad en la ermita de Valsainte. Desde este momento, el p. José Passerat, junto con sus cohermanos, finalmente pudo tener una vida religiosa normal. Al principio, este lugar parecía una verdadera ruina, pero gracias a los esfuerzos de los redentoristas, y el cuidado del p. José, sus muros recuperaron el antiguo esplendor. El p. José Passerat confió su vida a la Providencia Divina y, de hecho, nunca se vio decepcionado por Ella.
El año 1820 trajo al padre Passerat una gran alegría. Se consiguió abrir una nueva comunidad en Bischenberg, pero también trajo una gran tristeza: el 15 de marzo murió san Clemente María Hofbauer. Hasta ese momento, él tenía el cargo de Vicario General más allá de los Alpes. A pesar de que su muerte fue motivo de tristeza, sin embargo pronto se convirtió en alegría. Meses después, los redentoristas fueron autorizados en Viena. Se les confió entonces el cuidado pastoral de la Iglesia de Maria am Gestade, donde trabajan hasta hoy día, y donde descansan los restos de san Clemente, el apóstol de Varsovia y Viena.
El cargo de Vicario General, tras la muerte de san Clemente, seguía quedando vacante. En su lugar eligieron al p. José Passerat. Llegó a Viena a principios de octubre de 1820 para asumir las nuevas obligaciones. Viena era completamente un lugar diferente a la ermita de Valsainte. A pesar de que el p. José Passerat apenas conocía la cultura y la historia de este lugar, con gusto asumió las obligaciones de vicario general. Fue para él una gran alegría el hecho de, tras su llegada a Viena, encontrarse con un grupo de 20 novicios (la mayoría discípulos de san Clemente), que deseaban celosamente ser redentoristas, igual que su santo maestro.
Viendo el potencial de los jóvenes redentoristas y la continua afluencia de candidatos a la Congregación, el p. Passerat dio pasos para abrir un seminario, el cual transmitiría una sana doctrina católica. Las universidades del momento, incluidas las facultades de teología, predicaban los puntos de vista de la Ilustración, que estaban en contradicción con la doctrina católica. Para el lugar de la Escuela Superior de Teología, el p. Passerat eligió el antiguo monasterio franciscano de Mautern. Esta academia funcionó durante los años 1827-1968. De este lugar salieron generaciones de redentoristas, predicadores de la sobreabundante redención en muchos países de Europa y del mundo. El periodo vienés de la vida del p. Passerat no fue el más fácil. Muchos de sus cohermanos lo superaban en talentos, cultura o formación. Experimentó el rechazo y la incomprensión de muchos de ellos, especialmente debido a su naturaleza contemplativa. El p. Passerat, sin embargo, cumplió el cargo de vicario general con gran valentía y compromiso.
Él fue un gran propagador de la Congregación redentorista. Bajo su gobierno, se fundaron un total de 40 monasterios. Los redentoristas llegaron a Portugal, Bélgica, Bulgaria. En 1832 cruzaron el Atlántico y, cuatro años más tarde, fundaron su primera comunidad en los Estados Unidos. Gracias al esfuerzo de este apasionado vicario, se fundaron también casas en Baviera, Inglaterra e Irlanda. Con su esfuerzo también se fundaron muchos monasterios de hermanas redentoristas. La Santa Sede, viendo el desarrollo dinámico de la Congregación, mandó dividirla en provincias, para que pudiera cumplir su misión más fructíferamente.
Desgraciadamente, en 1848, en Austria estalló la revolución. El 6 de abril los redentoristas fueron expulsados de Maria am Gestade. Un destino similar les tocó también a otras congregaciones. El p. José Passerat, junto con un cohermano, llegó a Bélgica. Con poca fuerza. No quería, sin embargo, terminar con su trabajo pastoral. Se encargó del cuidado pastoral de las hermanas redentoristas en Brujas, en el monasterio que él mismo fundó. No obstante, con el tiempo, cuando sus fuerzas se debilitaron, pidió a sus hermanos que le dieran una casa en la que poder vivir sus últimos días.
El p. Passerat pasó los 10 últimos años de su vida en la comunidad de Tournai. Como él mismo escribió, este periodo fue para él un verdadero “purgatorio”. No podía ir ni a dar misa. Murió rodeado de sus cohermanos el 30 de octubre de 1858. Sus restos mortales descansan en la iglesia de los redentoristas en Bischenberg. Su proceso de beatificación está en curso.
Esta breve presentación de la biografía de nuestro cohermano es sólo la punta del iceberg en la rica historia de su vida. ¿Qué tipo de persona fue? Fue una persona de oración y acción. Fue una persona constantemente sumergida en Dios. Fue un confesor entregado, predicador y superior. Muchas personas, influenciadas por sus retiros y sermones, cambiaron su vida a mejor. A pesar de las diferentes opiniones que circulan al respecto, una cosa es segura: como Congregación redentorista le debemos mucho. No nos permitamos nunca olvidarnos de este santo religioso, el p. José Passerat. Que este material nos ayude a conocer más aún la historia de su vida y la historia de la Congregación del Santísimo Redentor, que él tanto amó.
Venerable Siervo de Dios, p. José Passerat, intercede por nosotros.
Autor: Tomasz Marcinek CSsR
Traducción: Carlos A. Diego Gutiérrez CSsR
Retratos del Padre Joseph Passerat CSsR
Objetos personales utilizados por el Padre Joseph Passerat
(Archivo de la Provincia Redentorista de Varsovia en Tuchów)
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