La obra de la evangelización. Raíces. Una experiencia difícil: el Regolamento

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La obra de la evangelización. Raíces.
Una experiencia difícil: el
Regolamento

 

La crisis más seria que vivió la Congregación del Santísimo Redentor en la primera etapa de su existencia va desde los años 1780-1793. Se trata de un periodo en el cual los redentoristas que vivían en el territorio del Reino de Nápoles fueron obligados a vivir según el así llamado reglamento interno (Regolamento Interiore). Para entender el contexto de este acontecimiento, fijémonos en los comienzos de la Congregación del Santísimo Redentor. Fue fundada el 9 de noviembre de 1732 en Scala, una ciudad situada en las montañas cerca del Golfo Amalfitano. Su fundador fue san Alfonso María de Ligorio, que era Napolitano. Los primeros compañeros de san Alfonso provenían también de Nápoles. Las primeras casas que edificaron los redentoristas se construyeron en el Reino de Nápoles. 

La regla de nuestra Congregación fue aceptada por el papa Benedicto XIV en la carta apostólica Ad pastoralis dignitatis fastigium, que fue publicada el 25 de febrero de 1749. Fue una gran alegría para san Alfonso y también para toda la Congregación. Los redentoristas, entonces, por primera vez se reunieron en capítulo, lo que tuvo lugar en Ciorani en el otoño de 1749. San Alfonso fue elegido de nuevo como rector maior, o sea, superior general de la Congregación. La aprobación de las reglas de la nueva comunidad religiosa fue algo muy hermoso y un gran regalo para la Congregación, así como una prueba de la protección de la Santísima Virgen María. Los redentoristas eligieron a la Madre de Dios, bajo el misterio de Inmaculada Concepción, como su patrona. 

Sin embargo, estos momentos felices vinieron junto a otros de incertidumbre, porque los redentoristas se iban dando cuenta de que se encontraban ante una segunda decisión muy importante, es decir: el decreto de Carlos IV, gobernante de Nápoles, de cuyo consentimiento dependía la actividad de la Congregación en el Reino de Nápoles (en conformidad con lo establecido con la Santa Sede). Tuvieron que esperar la decisión del monarca casi 3 años. El día 9 de diciembre de 1752 recibieron el decreto de Carlos IV, el cual, de hecho, contradecía el exequatur de la carta apostólica de Benedicto XIV y, daba a sus casas existentes (4 en el Reino de Nápoles) permiso de presencia temporal. Privó a los redentoristas que vivían ahí, sacerdotes y hermanos, de la posibilidad de adquirir diferentes bienes y, al mismo tiempo, los dejó bajo la autoridad de los obispos del lugar donde estaban sus conventos. 

Era una situación muy difícil y, san Alfonso era totalmente consciente de ello, porque se daba cuenta de que bastaba sólo un capricho del rey o una antipatía de algún funcionario real para que la Congregación dejase de existir. Por eso el Padre Fundador decidió trasladar la Congregación del Santísimo Redentor al territorio de los Estados Pontificios, lo que consiguió llevar a cabo. La primera fundación en este nuevo territorio tuvo lugar en Sant’Angelo a Cupolo en 1755. Esta fundación le hizo mucha ilusión al papa Benedicto. A petición de san Alfonso, intentó de nuevo animar a Carlos IV para que diera su exequatur a la carta apostólica papal. Desafortunadamente, el Santo Padre volvió a recibir una respuesta negativa. La situación de los redentoristas en los Estados Pontificios era muy clara. Vivían según la regla que Benedicto XIV había aceptado. Para los redentoristas que vivían en los territorios del Reino de Nápoles y del Reino de Sicilia (o sea, los dos dominios de Carlos IV), la situación se volvió muy difícil, y el destino de la Congregación, incierto. 

Mientras tanto, tuvo lugar otro momento muy importante: el nuevo papa, Clemente XIII, nombró a san Alfonso obispo de la diócesis de Santa Agata dei Gotti. Esto tuvo lugar en 1762. San Alfonso intentó convencer al Papa de que no era apto para esta tarea, pero al final se rindió al Santo Padre, recibió el sacramento episcopal y fue a Santa Agata dei Gotti para pastorear y servir a la diócesis que se le había encomendado. Sin embargo, el destino de la Congregación todavía no estaba claro. El papa Clemente XIII no quería que la Congregación, que era relativamente joven, fuera privada de su fundador y, decidió que Alfonso siguiera como su superior general, pero, durante su ministerio episcopal, se nombró a un vicario general que administrara la Congregación en nombre de san Alfonso. Para este cargo fue nombrado el padre Andrea Villani.

La historia de la Congregación seguía siendo muy agitada. La nueva congregación creció rápidamente, surgieron nuevos monasterios, tanto en Sicilia como en los Estados Pontificios. Sin embargo, todavía no estaba regulado el estatuto jurídico de la Congregación en el Reino de Nápoles. San Alfonso ya era mayor, y estaba muy enfermo. Casi había perdido la vista. En este momento hubo negociaciones con el Rey de Nápoles para obtener el permiso y llegó la propuesta de crear el así llamado Regolamento Interiore, que era la regla interna que sería aceptada tanto por la Congregación, como por el rey Carlos IV. Se tomó la decisión. San Alfonso no era capaz de realizar las negociaciones. Tampoco el padre Villani, su vicario. Por tanto, el Padre Fundador permitió que dos redentoristas, que eran consultores generales, mantuvieran y llevaran a cabo las negociaciones en nombre de san Alfonso. Sucedió que estos padres no estuvieron a la altura de la tarea encomendada (algunos historiadores incluso los califican de traidores). El problema surgió porque los emisarios religiosos se subordinaron casi totalmente a las sugerencias de los funcionarios reales, sólo para obtener el permiso deseado. A lo mejor, pensaron que tanto el santo Padre Fundador, san Alfonso María Ligorio, como el padre Villani, el vicario general, no daban mucha importancia al Regolamento. Pensaron que lo que les obligaba era la regla papal según la cual querían vivir y que el Regolamento se trataba simplemente de una cosa meramente formal, sólo para que les dejasen vivir en el Reino de Nápoles. Los problemas surgieron cuando se vio que el Regolamento, de hecho, cambiaba la congregación religiosa en un instituto de sacerdotes. Quitaba los 4 votos religiosos que normalmente los redentoristas hacían antes: la castidad, la pobreza, la obediencia y la promesa de perseverancia. En su lugar introdujeron sólo los votos de castidad y obediencia, omitiendo la pobreza y la promesa de perseverancia. Había una parte que decía que los redentoristas podían salir en cualquier momento de la Congregación. Otro tema muy importante (y extremadamente controvertido) en este Regolamento fue el hecho de que el poder en la Congregación del Santísimo Redentor estaba en manos de los obispos, lo que significaba la abolición del cargo de superior general y la entrega de varias casas religiosas a distintas jerarquías. 

El documento real tampoco mencionaba nada de los capítulos, los cuales, según las constituciones de Benedicto XIV, deberían convocarse cada 9 años. Por eso, la Congregación se vio privada del órgano más importante de autoridad y legislación, que es el Capítulo General. Se puede decir que este Regolamento cambió la forma de ser de la Congregación del Santísimo Redentor. Podemos preguntarnos: ¿Qué pasó después del 8 de marzo de 1780 cuando estos documentos fueron publicados? ¿Como reaccionaron el Padre Fundador y sus cohermanos? No es difícil pensar que se indignaron. Hay que decir que les dolía muchísimo esta situación, pero entendieron que se encontraban en una trampa, de la cual no podían salir. Se reunieron en un encuentro formal (que no se puede llamar Capítulo), en Pagani, donde aceptaron el Regolamento, pero rechazaron 10 puntos que eran absolutamente inaceptables. 

Así empezó una larga y muy dolorosa historia tanto para san Alfonso, como para el padre Villani y para muchos redentoristas que vivían en el territorio del Reino de Nápoles. La Santa Sede no aceptó la solución adoptada porque había reglas específicas aprobadas por el papa Benedicto. Al final, podía decirse claramente que, si alguien no aceptaba estas reglas y vivía según el reglamento dado por el rey, no pertenecía a la Congregación. Desde esta perspectiva vino la convicción de que san Alfonso murió fuera de la Congregación del Santísimo Redentor (como dijo uno de los altos funcionarios papales). No obstante, intentaban buscar un acuerdo. 

La Santa Sede, el 22 de septiembre de 1780, nombró, para las casas en los Estados Pontificios, un nuevo superior, que fue llamado allí “presidente”: era padre Francisco Antonio de Paola. De hecho, llegó a ser el segundo superior general junto a san Alfonso. Recordemos que estamos ya cerca del momento en que morirá san Alfonso: 8 años después, el 1 de agosto de 1787, el Padre Fundador dejó este mundo. Quedaban por resolver varias situaciones complicadas, marcadas por la dificultad de hallar una solución a los problemas de esta nueva comunidad. Hubo un cierto deshielo en las relaciones Iglesia-Estado. Se consideró la posibilidad de abolir el regolamento con relación a la parte napolitana de la Congregación, para que pudiera aceptar la regla del papa Benedicto XIV. 

Al final, la crisis se resolvió en el así llamado “Capítulo de Reconciliación”, que tuvo lugar en el año 1793 en Pagani. El capítulo eligió nuevo general, que fue el padre Pedro Paulo Blasucci y así comenzó una nueva etapa en el devenir de nuestra Congregación, cuya historia es extremadamente rica en experiencias, a menudo difíciles. Damos gracias a Dios por este bien por el cual, gracias a estas complicadas situaciones humanas, se enriqueció nuestra Congregación.

 

Autor: P. Mirosław Grakowicz CSsR
Traductor: Hubert Starzycki CSsR

 


Musica: Follow That Dream by Luca Fraula
Link: https://filmmusic.io/song/5156-follow-that-dream
Licencia: http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/

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