Hna. María Celeste Crostarosa – ¡Ve tras la voz que escuchas en tu corazón!

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Testimonio: Hna. María Celeste Crostarosa – ¡Ve tras la voz que escuchas en tu corazón!

 

Hna. Małgorzata – Sor María Celeste nos dejó unas reglas nuevas inspiradas por Jesús, porque ella lo sentía dentro, especialmente un día, después de la santa comunión, cuando Jesús quiso revelarle la idea de este nuevo instituto que quería en la Iglesia.

La castidad es la tercera regla. La primera, es la regla del amor. La unión y la caridad que intercambiamos entre las hermanas. Porque todo en nuestra espiritualidad se reduce al amor. Nosotras debemos ser memoria viva de Jesús, memoria en el sentido eucarístico. Debemos hacer que Jesús viva hoy en nuestra vida, como cuando nos amamos mutuamente; entonces las demás cosas, el resto de las reglas, están todas contenidas en Jesús. Prácticamente dijo Crostarosa: nuestra regla sólo es una, se llama Jesús.

La regla de la castidad comienza con una frase del Evangelio, como cada una de las reglas, y es esta: “Bienaventurados los puros de corazón, porque verán a Dios”. Y ya aquí se ve que esta virtud de la pureza, de la castidad, viene de algo espiritual. Es vivida como un contacto personal de uno mismo con Jesús, con el Señor. No sólo es una cuestión de ascesis, de guardar nuestros sentimientos, sino sobre todo de dar este valor espiritual. Ella ofrece la bellísima imagen de las águilas: “Serán como águilas: generosas, enamoradas, que miran el sol sin pestañear, por la fortaleza del amor, con afecto amoroso”.

Ahora bien, estas águilas somos todos nosotros, no sólo los religiosos, sino todas las personas del mundo. Debemos ser enamorados de Jesús, porque Jesús quiere ser amado. Puede ser amado y en él, si lo amamos, el resto de las cosas saldrán como deben. Entonces, aquellas que miran el sol porque son fuertes, porque aman y no tienen miedo de cerrar los ojos, miran fijamente a Jesús. Y dice después: “Estos son los hijos de la luz que no habitan en tinieblas, sino que, con la mirada de recta intención, miran el espejo lúcido de las divinas perfecciones de su Dios”. Nosotros debemos ser hijos de la luz, y esto es otro concepto. Debemos mirar a lo alto como águilas, no hacia abajo. Debemos tener el valor de mirar a lo alto y debemos vivir bajo la luz, no en las tinieblas.

Hna. Grażyna – Bienvenidos a todos, bienvenidos a Foggia, bienvenidos a esta iglesia del Santísimo Salvador.

Nos presentamos. Somos monjas redentoristas. Aquí, en la iglesia, están sus restos. Conservamos el cuerpo de nuestra fundadora, la beata Celeste Crostarosa, que fue beatificada el 18 de junio de 2016. Os quiero contar un poco de esta beata, que es la única beata de Foggia.

Nació el 31 de octubre de 1696 en Nápoles. Contemporánea de san Alfonso y también inspiradora de la Congregación de los padres. Su vida se desarrolla como la de todas las jóvenes. Es una joven “divertida”, alegre, y también tiene una crisis adolescente porque, como todas las muchachas, se interesa mucho por la moda, por las cosas de este tiempo. En un cierto momento se da cuenta de que en su interior no se siente realizada, no se siente tan pura, tan plenamente realizada. Siente escrúpulo de conciencia. Esta conciencia que siempre se refiere a la pureza del ser humano. Va a confesarse, hace una confesión general y, tras esta confesión, se consagra, hace también un voto de pureza, se consagra toda a Jesucristo. No es tanto esta pureza sexual, cuanto más la pureza del corazón, que la atrae a Jesús y la hace enamorarse de este Jesús como para hacer todo por este Jesús. Comienza ya desde pequeña a hacer penitencia, ve a Jesús, Jesús la recompensa porque lo ve, lo ve cuando un sacerdote lleva el Santísimo Sacramento; ella no ve al sacerdote, ve a Jesús ahí y en tantos otros momentos. Desde ese momento también comienza a ser una mística. Tiene inspiración dentro del corazón y ella, por su parte, quiere dar todo a Jesús. Quiere entregarse toda ella. Lleva a cabo el camino de su vida, de su dedicación. Primero se hace carmelitana; después de que el Carmelo tenga que cerrar, tiene que buscar otro lugar. Jesús la guía siempre en esta peregrinación, porque ella siempre busca su voluntad.

Finalmente, termina en Scala, donde está un grupo de mujeres que quieren llegar a ser hermanas visitandinas, pero no eran verdaderas visitandinas, porque no tenían reglas. Durante este tiempo, nuestra fundadora tiene las revelaciones de las reglas en el 1725. Al principio, todas las hermanas están fervorosas. Se pasa de visitandinas a redentoristas, se cosen nuevos hábitos, estos hábitos rojos con capa azul celeste. Esta capa y este hábito que tiene la Virgen porque también esto es lo que ella ve.

Comienzan a vivir felizmente, pero, como se sabe, también hay un lado humano, hay dificultades, celos, hasta el punto de que ella se ve obligada a salir de Scala. Va en busca de donde ella puede realizar aquello que tiene en el corazón, aquello que Jesús le ha escrito en el corazón, aquello que Jesús le pide. Finalmente llega a aquí, a Foggia, después de tantas otras etapas; en Foggia puede realizar finalmente este pensamiento, esta voluntad de Dios que ella ha sentido en su corazón, donde Jesús le dice: Ve a Foggia, yo te quiero allí. Y allí, en Foggia, realiza verdaderamente esto que Jesús quiere de ella.

Todo esto que ha recibido como mística, como fundadora, es para que se hiciera realidad nuestra orden de monjas redentoristas, que somos las que rezamos por todo el mundo. Su espiritualidad son las palabras que pueden ayudar a cada cristiano; no sólo a nosotras, las monjas, sino que es más universal, más abierta como mujer para estos tiempos. Llega a Foggia en 1738, muere en el 1755, y ya es llamada santa, priora santa, así la llama la gente. Pasaron muchos siglos, y ahora ya es beata (esperamos que también santa), pero nos deja una enseñanza, una indicación, un camino en el que, si uno quiere ser santo (y todos estamos llamados a serlo), debemos seguir esa voz que está en nuestro corazón, esta voluntad de Dios, reconocer a Jesús… Enamorarse de Dios, por eso nosotras hacemos los tres votos de castidad, pobreza y obediencia, pero estos votos son siempre Jesús: Jesús que es pobre, Jesús que es casto, Jesús que es obediente, a quien queremos amar. Por esto te deseamos que, seas quien seas, padre, madre de familia, hermana, laico… lo que importa es ser un enamorado de Jesús y, así, uno se siente realmente feliz, plenamente realizado, y puede hacer grandes cosas y dará buen testimonio de Jesús. Jesús, que es el Redentor de todos.

Que Dios os bendiga y buen camino. Y sabed que estamos aquí para rezar por vosotros.

 

Autoras: Hna. Grażyna Raszkiewicz, OSsR; Hna. Małgorzata Szajowska, OSsR
Traductor: Carlos A. Diego Gutiérrez, CSsR

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