Perseverancia
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Perseverancia
¡Bienvenidos, amigos! Estoy feliz de que podamos encontrarnos en este momento. Os saludo a pesar de la distancia virtual que nos separa. Quizás algún día tendremos ocasión de encontrarnos personalmente. Es un honor para mí que pueda hablar sobre este bellísimo aspecto de nuestra vida redentorista como es el voto y juramento de perseverancia. En primer lugar, intentemos entender un poco la historia. Es el año 1740, 21 de julio, ya han pasado más de 7 años desde la fundación de la Congregación. Los primeros años de existencia de nuestro instituto no fueron fáciles. La Congregación sufrió a causa de las primeras pérdidas, tanto personales, como también físicas, ya que la vida era muy pobre. Sin embargo, en el corazón de nuestro fundador Alfonso María de Ligorio estaba la seguridad de la inspiración divina de nuestro carisma. Este carisma estaba inspirado por Dios: ir del lado de los más abandonados de la sociedad, pero también de los abandonados en la Iglesia. En el corazón de san Alfonso estaba el convencimiento de que ésta es precisamente la palabra que Dios le dirigía. Así pues, el 21 de julio de 1740, tras un ardiente sermón y exhortación de san Alfonso acerca de tomar algunas opciones, que resultan de la unión estrecha con Dios en el tiempo y en la eternidad, un pequeño grupo de cohermanos (exactamente, aparte de san Alfonso, había 4 sacerdotes y 4 hermanos) decide profesar el voto y juramento de perseverancia, tomándolo de manos del obispo Falcoia. Pienso que, en este momento en que vivimos, en este tiempo de postmodernidad, desgraciadamente uno de los aspectos presentes es una cierta inmediatez. Vivimos en un tiempo en que las cosas tienen que suceder y darse conforme a nuestros deseos y nuestra voluntad. Me parece que hemos olvidado saborear la historia, pero también sufrir a causa de las decepciones, las frustraciones en la historia; a su vez, también falta el conocimiento de que estamos dentro de un proceso de crecimiento. Siguiendo los diccionarios de espiritualidad podemos decir que quizás hemos olvidado esta realidad divina, que conduce y forma la historia en su bondad. Hemos olvidado que, para llegar a la resurrección, Cristo pasó por la cruz, por la pasión. En la espiritualidad redentorista, profesar el voto y juramento de perseverancia significa aprender a crear la historia junto con Dios, entendiendo y asimilando también las frustraciones, las cosas bellas, difíciles, las tristezas, las alegrías. Sabiendo que al final siempre está Dios, que nos espera con su amor y bondad; es Él quien dirige nuestra historia. Por ello, esta inmediatez posmodernista de que todo tiene que suceder en nuestro tiempo, me parece que forma personas mimadas, rotas. Gente que no madura, que no crece. Entender mejor el voto y juramento de perseverancia significa la capacidad de aprender de la historia, dirigida por Dios. Sabiendo que nuestro carisma fue inspirado por Dios e, incluso, si las situaciones de este momento son difíciles para nosotros, también esto es para nosotros una ocasión para aprender algo. Si las vocaciones en este momento se debilitan y al mismo tiempo nos hacemos preguntas acerca de nuestro carisma, esto es precisamente un movimiento del Espíritu Santo: entender y aprender incluso de las cosas malas. Nuestro tiempo presente nos enseña a cómo ser vencedores sin conseguir ningún objetivo y sin ninguna forma. Dios nos enseña a perseverar, a confiar para el camino que aparece junto a Él. Pienso que éste es el significado más importante: confiar nuestra vida al Señor, tener esperanza en que Él guía nuestra historia. Gracias por vuestra atención. Si Dios quiere, algún día nos encontraremos en persona.
Autor: Dalbem Maikel Pablo CSsR
Traducción: Carlos Alfonso Diego Gutiérrez CSsR
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