Misión en Familia – Filipinas
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Misión en Familia – Filipinas
Hola
Soy el p. Edward, redentorista de la Viceprovincia de Manila.
Permitidme compartir con vosotros nuestra misión, la misión de Dios. Pero antes, permitidme que os traiga un poco de historia de los redentoristas aquí, en Filipinas.
Los Misioneros Redentoristas llegaron a Filipinas en 1906 en respuesta a los desafíos de la Iglesia, el mismo desafío que San Alfonso encaró durante su vida. Ahora los redentoristas están repartidos por las tres islas mayores de Filipinas: Luzon, Visayas y Mindanao. Con dos unidades (la Provincia de Cebú y la Viceprovincia de Manila), continuamos la misión que San Alfonso comenzó: llevar la abundante redención a los pobres y a los más abandonados.
Comenzamos nuestra misión desde la periferia. En colaboración con la Diócesis, la Misión Popular (Misión Rural) de los Redentoristas responde a las necesidades de la iglesia local, construyendo una Comunidad Eclesial Básica (CEB), organizando comunidades, en parroquias, con los jóvenes. Está anclada en la visión-misión de la iglesia local.
La mayoría de las comunidades redentoristas están situadas en un emplazamiento urbano, dada la necesidad de una misión urbana. Respondemos a las necesidades pastorales de extensas áreas sin pasar por alto la realidad cercana de nuestra comunidad. La misión urbana asume una comunidad como parte del apostolado. Cuidamos de las preocupaciones espirituales y materiales de la comunidad, asistiendo y apoyando las parroquias hacia la construcción de una Comunidad Eclesial Básica, con su principal foco en la predicación profética y en la formación continua y la evangelización de los líderes de la comunidad.
La Comisión Permanente sobre el Apostolado Social de Misión (CPASM) es el brazo social de la Viceprovincia de Manila, que responde a las necesidades inmediatas de la comunidad que atendemos. Tenemos centros para migrantes, intervención de Crisis, gestión de Riegos por Desastres y respuesta a ellos, atención Educativa, centro de acogida para niños de la calle y acompañamiento. La CPASM es nuestra respuesta consciente a las necesidades sociales de la gente.
Nuestro JPIC o Justicia, Paz, Integridad de la Creación, es nuestro apoyo y postura profética en medio de las injusticias y la opresión de los pobres, y la degradación del medio ambiente. Estamos en solidaridad con los movimientos populares y sus luchas. Hacemos de nuestras comunidades e iglesias santuarios de justiciar y paz, y el hogar de la Creación de Dios.
Como misioneros, también estamos llamados a construir la vida de la Iglesia a través de los sacramentos. Nuestras Iglesias y santuarios responden a la sed espiritual de la gente por los servicios litúrgicos. Con la ayuda de Nuestra Madre del Perpetuo Socorro, nuestras Iglesias son vivas y activas, a través de su devoción y sentido de misión. Parte de nuestro esfuerzo por construir la vida de la Iglesia es nuestra evangelización por nuevos medios. A través del esfuerzo de los nuevos medios somos capaces de predicar la Palabra de Dios con un nuevo dinamismo y espíritu.
Está en nuestro empuje dar importancia a la formación holística de los jóvenes. La Viceprovincia de Manila provee una vía para los jóvenes, la Pastoral Juvenil Redentorista. La MRJ, o Misión Redentorista Joven, es muy consciente de la significatividad de los jóvenes en la Iglesia y su misión. Dotados de talentos y pasión, son capaces de responder a la llamada de Dios para ser discípulos y portadores de la Buena Noticia. Así, recordamos que estamos formando a jóvenes misioneros, porque la pastoral juvenil siempre es misionera. Y codo con codo con la PJR está nuestro esfuerzo por que, desde esta pastoral, la vocación crezca. Entre los jóvenes, somos capaces de ayudarlos en el descernimiento de su deseo de convertirse en redentoristas o religiosos.
Todo el esfuerzo misionero de la Viceprovincia de Manila responde a un mundo herido, siempre y en colaboración con nuestros laicos asociados con quienes los redentoristas se sienten agradecidos. Pues los laicos tienen un papel muy activo en la misión.
Como misioneros redentoristas, estamos dispuestos a ir a las periferias para participar en la misión de Dios y seguir el ejemplo de Jesucristo, el Redentor, con una “fe fuerte, esperanza alegre, ardiente caridad, celo encendido, con humildad de corazón y perseverantes en la oración…” (Const. 20).
Que nuestra misión, la misión de Dios, en palabras y obras, sea un testimonio del amor redentor de Cristo y un cumplimiento de su redención abundante.
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