Hospital de campaña

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Hospital de campaña

Hola. Soy Piotr. Provengo del pueblo de san Estanislao, obispo y mártir, de Szczepanów. Pertenezco a los hombres de san José, en la catedral de Tarnów. Me han preguntado qué es para mí la Misa.

La misa es, ante todo, un encuentro con una Persona, que espera allí, que desea darme todo, unirse conmigo. Es un encuentro con Dios, que desea compartir conmigo su amor. Por eso, como dice san Pablo en la carta a los Efesios, nuestra vida es una continua lucha contra los malos espíritus en las regiones celestiales. La Misa es un cierto tipo de hospital de campaña, en el cual curo las heridas tras la lucha y recobro fuerzas para la siguiente batalla interior.

Cuando entro al templo, me arrodillo, permanezco un rato inmóvil, disfrutando de la atmósfera cálida y del amor que emana de esta Persona, que me está esperando. Más tarde, intento hacer silencio, pues, como dijo Jesús en el Evangelio: Dios sabe lo que necesitamos, incluso antes de que se lo pidamos. Por eso, para no ensordecerlo con Palabras, para mejor escuchar Su palabra, intento hacer silencio. Acojo su palabra y cuerpo. Exacto. La Misa, sin la posibilidad de acoger el cuerpo de Cristo, para mí es algo incompleto. Siento una falta de algo importante, algo sin lo que más tarde la vida en la lucha constante es mucho más difícil. Por eso hago todo lo que está en mi mano para que esas situaciones, esas misas, sean las menos. Cierta vez, tuve la ocasión de participar en una Eucaristía, en la que leí un fragmento de la Liturgia de la Palabra. Leí lento y recuerdo cómo sentí las palabras saliendo de mi boca: Palabras de la Sagrada Escritura, es decir, Palabra de Dios. Más tarde acogía el Cuerpo de Cristo y, entonces, sentí que, tanto en la Palabra de Dios como en su Cuerpo, está el mismo Dios. Por supuesto de diferente manera, pero es el mismo Dios. Durante toda la eucaristía llegaba a nuestro corazón y mente el mismo Dios, que nos alimenta, a la vez que enseña su palabra, y Su palabra tiene poder. Aunque todavía no sé muchas cosas sobre la Misa, de algo estoy seguro. Quiero en cada Eucaristía alabar a Dios por lo que ella supone y por la manera en que cambiamos gracias a ella. ¡Alabado sea Dios!

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