Soportar los sufrimientos

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Soportar los sufrimientos

D: Sufrimiento… eso no suena bien. Lo asocio a algo doloroso y desagradable. ¿De verdad es necesario en nuestra vida?

T: Así parece ser el camino a la santidad. Para ser santo, hay que confiar en Dios, buscar siempre lo que más perfectamente cumpla Su voluntad. También cuando Jesús quiere enviarnos sufrimiento, hay que confiar en Él y acogerlo. Él sabe qué es lo mejor para nosotros.

D: ¿Y ya? ¿Eso es todo? ¿Sólo hay que esperar, confiar? ¿Y cuando venga el sufrimiento, entonces qué?

T: Esa es una muy buena pregunta. Permite que te cuente algo: “Cierto día sentí en mi corazón un gran deseo de acoger voluntariamente los sufrimientos con una seguridad simultanea interior de que Jesús guardaba para mí muchos desafíos que me acercan a Él. Sentía en mí buenos pensamientos, que me enviaba Dios, los cuales considero como las gracias más grandes de mi vida. Estos desafíos no sólo me atrajeron, sino que también me fascinaron con cierto encanto, aunque por aquel entonces todavía no los conociera. Desde ese día, en cambio, sentí un verdadero amor por Él, y la plena confianza en Sus planes para mí. Sentía también el deseo de amar solamente a Dios y buscar únicamente en Él la felicidad”.

D: Pero yo me siento impotente ante el dolor que experimento. ¿Qué hacer cuando lo que me viene a la cabeza es sentarme y comenzar a llorar?

T: No hay nada malo en llorar; al contrario, demuestra sensibilidad, la cual comienza a escasear un poco. La gente demasiado a menudo ve llorar como un signo de debilidad. Sin embargo, eso nos trae alivio. A veces es bueno llorar en los brazos de alguien. O volver entonces tus pensamientos hacia Dios, y buscar en Él consuelo. Sabes que en tu tristeza no estás sola y te es más fácil soportarla.

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