San Juan Neumann – ¡No pierdas ni un instante!

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Comunidad de oración y trabajo
Testimonio: San Juan Neumann – ¡No pierdas ni un instante!

 

El pobre Juan Neumann. Esta es la reacción de muchos peregrinos que llegan a Filadelfia, quienes, viendo su cuerpo en un sarcófago de cristal, se asombran de lo pequeño que era de estatura y lo corta que fue su vida. Desgraciadamente, este santo obispo redentorista vivió sólo 49 años, pero aun así consiguió mucho en este corto tiempo. El fundador de los redentoristas, san Alfonso Liguori, se prometió que nunca perdería un instante. Esto mismo asumió perfectamente su hijo espiritual, san Juan Neumann, en su servicio sacerdotal y religioso.

Por ejemplo, san Juan Neuman aprendió ocho idiomas para poder escuchar las confesiones de sus parroquianos, que eran emigrantes. Iba a caballo, en carro, recorriendo al año miles de kilómetros, acercándose a sus parroquianos. Consumió toda su energía y fuerza por ayudar a los fieles y cumplir su servicio pastoral. Cuidó también de la propia educación de todos sus parroquianos. Veló por la construcción de más de 80 parroquias durante los ocho años de su servicio como obispo.

San Juan Neumann fue una de las mayores bendiciones para su diócesis, siempre lleno de humildad velaba y se sacrificaba por sus parroquianos, y también por muchos emigrantes. Apenas san Juan llegó a Filadelfia, vio y entendió que de veras había una iglesia de emigrantes pobres. No sólo había gente hambrienta, sino también gente que necesitaba educación, o cuidado sanitario, pero también todos aquellos que no sabían cómo adaptarse a la vida en la nueva sociedad.

Este hombre no tan alto era mucho más grande de lo que parecía. ¿De dónde le venía esa gran fuerza? Sabemos que en el día de su ordenación sacerdotal, Juan Neumann rezó por la santidad y, sin duda, repitió esa oración diariamente, ya que su vida estuvo llena de actos ordinarios y extraordinarios de santidad con gran dedicación por los demás. Esta santidad fue, con seguridad, fruto de su relación particular con Dios. Sin duda en la vida de san Juan Neumann podemos ver el espejo de nuestra propia vida. Por una parte, fue una persona sencilla, normal; por otra, también muy apasionado, que con todo el corazón intentaba entregarse a las tareas que Dios le ponía.

En su vida experimentó muchos cambios, conmociones, choques…, cuando iba de una comunidad a otra y de un apostolado a otro. Fue llamado a muchos servicios diferentes. Fue párroco rural, misionero, superior de los redentoristas de América y, finalmente, obispo. No fue nada fácil para él. Muy a menudo tenía que hacer frente al rechazo y las burlas de muchas personas. Sin embargo, a pesar de todo esto, luchó por una vida de santidad, serenidad y alegría.

Intentando conocer la vida de san Juan Neumann, hay que decir que no fue una persona centrada en los problemas de la vida cotidiana. Veía más bien la vida como un paso hacia la vida eterna y animaba a todos a los que servía a que se desprendieran de sus preocupaciones terrenales del día a día y se entregaran a Dios.

Fue un hombre que intentó unirse a la voluntad de Dios. Su único objetivo fue la aspiración a cumplir la voluntad de Dios y dar gloria a Dios. La espiritualidad de Juan Neumann puede inspirarnos a encontrar el acento correcto en la vida, porque la mayoría de la gente de hoy se centra en las necesidades físicas o emocionales, excluyendo precisamente su propia espiritualidad.

Juan Neumann creía que el sufrimiento nos acerca a Dios. En su corta vida tuvo muchos sufrimientos: soledad en el seminario en Praga, alejamiento de familia y seres queridos, una vida sacerdotal difícil en condiciones exigentes y extremas de frío en el noreste de los Estados Unidos, críticas que tuvo que soportar con relación a su personalidad y modo de vida como obispo… Todas estas contrariedades las soportó con perseverancia, uniendo sus sufrimientos a los sufrimientos de Cristo.

Juan Neumann, aunque liberado del voto de pobreza, cuando fue ordenado obispo, nunca abandonó su sencillez. Nunca poseyó ropa o zapatos adicionales, y su residencia era muy humilde. A pesar de las expectativas de los ricos de Filadelfia y de otros obispos, continuamente cumplió sus obligaciones pastorales, sirvió a los pobres, a las parroquias rurales y evitó las obligaciones de las altas esferas. Nunca se aprovechó de su situación para sus propios objetivos, sino que siempre y hasta el final de sus días sirvió a los más pobres.

Juan Neumann es un santo que siempre confió ilimitadamente en Dios. Cuando abandonó su casa para ser misionero, confiaba en que Dios proveería de todo lo que más necesitaba. La respuesta de Dios a la fe de Neumann fue abundante, fortaleciéndolo en el servicio a los pobres y mostrando cómo el Espíritu Santo obra en la vida de la gente. Sus numerosos éxitos en el ministerio, tanto como superior de los redentoristas, como más tarde como obispo, se atribuyen a su gran confianza hacia la amorosa Providencia de Dios.

Juan Neumann fue un gran adorador de María. En su devoción a la Santísima Virgen siguió los pasos de san Alfonso. Neumann compuso muchas oraciones a la Madre de Dios, y la mayoría de sus oraciones a Dios, a Jesús, acaban apelando a la intercesión de María. Teniendo en cuenta tal devoción a la Madre de Dios, Juan Neumann con gusto difundía el dogma papal sobre la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María.

El testimonio de vida de Juan Neuman puede ser muy de ayuda para todos los que quieren vivir una vida santa. Este gran santo nos recuerda que el servicio a los pobres y olvidados es un camino seguro hacia Dios. En este camino nuestro santo nos anima a que viajemos sin preocupaciones y con gran confianza en Dios, asegurando que esa peregrinación de vida es más fructífera y alegre.

Alguien dijo sobre él, que Juan Neumann hizo cosas ordinarias de modo inusual y extraordinario. Estas palabras se refieren especialmente a las palabras de Jesús, que dijo que quien es fiel en lo poco será fiel en lo mucho. El obispo Neumann confirmó perfectamente con su vida en qué consiste esta fidelidad. La característica distintiva de su santidad no sólo es hacer cosas maravillosas para Dios, sino cumplir la voluntad de Dios en su vida diaria.

Su fidelidad en la oración, su vocación sacerdotal y religiosa, el amor a Dios y a los demás son particulares en la espiritualidad de este santo y, precisamente por eso, parecen ser un camino de vida bueno y seguro para todos nosotros.

Por la intercesión de este gran santo, pedimos al buen Dios que, siguiendo su voluntad en el cumplimiento diario de las obligaciones, podamos perseverantemente aspirar a la santidad en nuestra vida.

San Juan Neumann, ruega por nosotros.

Autor: Łukasz Drożak CSsR
Traductor: Carlos A. Diego Gutiérrez CSsR

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