Misión interprovincial en Albania
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Misión interprovincial en Albania
Andrzej Michoń CSsR: Estamos en Albania. Albania es un pequeño país en Europa, en la península balcánica, con una extensión aproximada de 27 mil km2. Viven aquí en torno a 3 millones de personas. La mayoría del país son montañas, colinas, pero también tiene una bella línea de costa. Este país limita con Grecia al sur, con Macedonia del Norte, con Kósovo, Montenegro… y también tiene acceso al Mar Jónico y Adriático, y a través de ellos limita también con Italia. Aunque es un país bello, encantador y asombroso (aquí llegan muchos turistas), aquí vive mucha gente en extrema pobreza, especialmente aquí, en los terrenos montañosos. No hay carreteras, ni infraestructuras, no hay hospitales, las escuelas están muy mal equipadas y mucha gente (especialmente los jóvenes) emigran: a Italia, Inglaterra y Alemania.
La historia del cristianismo en Albania es muy larga. Con gran probabilidad estuvo aquí san Pablo y, por tanto, esta historia se remonta al primer siglo del cristianismo. En una de sus cartas, san Pablo escribe que se dirige a los ilirios. Los ilirios son precisamente los antepasados de los actuales albaneses. El cristianismo se desarrolló aquí con fuerza; sin embargo, desde hace casi 500 años, la mayoría de los creyentes son musulmanes, que constituyen el 70% de la población. El 20% son ortodoxos y sólo el 10% son católicos. Los católicos más famosos son, desde luego: la Madre Teresa de Calcuta, que en realidad nació en Skopa, en Macedonia, pero procedía de familia albanesa (su madre y hermanas crecieron aquí, en Albania); y Skënderbeu, que vivió en la Edad Media, y fue llamado por el papa Athleta Christi. También en su honor fue llamada esta montaña nevada tras nosotros. Él fue el último líder cristiano de Albania.
Laureano del Otero Sevillano CSsR: Los Misioneros Redentoristas estamos invitados a ser misioneros Ad Gentes y, en este momento, en nuestra misión, en nuestra comunidad interprovincial de Albania, hemos iniciado una nueva experiencia misionera itinerante en el sur del país. Ésta es una zona donde no hay muchos católicos, es una zona fundamentalmente musulmana y ortodoxa y, en este lugar, además se nota bastante la carencia de sacerdotes. No hay sacerdote hasta este momento en que hemos llegado nosotros. Sentimos la llamada a apoyar, a ayudar a esas iglesias que son más pequeñas y más necesitadas, donde no llega la presencia de la Eucaristía y del sacramento de la Reconciliación.
Al comienzo de su pontificado, el Papa Francisco invitó a la Iglesia a salir a las periferias. Los Redentoristas de Europa decidieron acudir a un país en la periferia de Europa, Albania, donde se creó una comunidad internacional en el año 2014. En esa comunidad, tres redentoristas de tres países diferentes iniciaron una nueva experiencia. Es un país donde la mayor parte de la población profesa el islam; también hay ortodoxos y una pequeña comunidad católica. Es un país bastante pobre y, así, los Redentoristas respondían a la llamada de Jesús a llevar el Evangelio a lugares donde es desconocido. Desde 2014, los Redentoristas servimos en el centro del país, en una ciudad llamada Kamëz, que es la periferia de la capital, Tirana. Y también ahora en el sur de Albania.
Rita Doda FSFM: Soy la hermana Rita, soy albanesa, franciscana de la congregación de Santa Felipa Mareri. La nación albanesa es una nación que ha sufrido mucho, especialmente en los últimos cinco siglos, cuando el imperio otomano conquistó y explotó nuestro país. Muchas personas, durante este tiempo, se pasaron del cristianismo al islam para conservar la vida. Tras la liberación, una siguiente ola de opresión tocó a Albania, cuando la dictadura comunista oprimió a los creyentes. Fue una situación muy difícil. Muchas personas sufrieron, pero tenían sed de Dios. Yo creí en una familia oprimida y perseguida, que, sin embargo, nunca perdió la fe y la esperanza en Dios y en que llegaría el tiempo de la resurrección y la renovación. Aunque fue un tiempo duro, sin libertad de expresión, de fe, de prácticas religiosas, mi familia, sin embargo, me transmitió la fe en Dios y los valores y virtudes cristianas. Descubrí en la familia la vocación gracias a mi abuela, que fue una santa mujer y que rezó durante toda la vida para que su nieto o nieta fuera sacerdote o religiosa. Gracias a la oración de mi abuela y el ejemplo de Madre Teresa, recorro el camino de la fe y os digo: ¡No tengáis miedo nunca! ¡Abrid el corazón al Señor, pues el todo lo da y nada nos quita! ¡Pongamos nuestra esperanza en Dios!
Geg Paluca: Tras muchos años de persecuciones, las iglesias se abrieron hace apenas 30 años. Fuimos los que participaron en la apertura y construcción de iglesias. Fui desde Shkodra junto con mi hija a pedir un sacerdote para que viniera a mi pueblo a oficiar la Misa durante la Cuaresma. Entonces nos enteramos de que venía a la catedral Madre Teresa. Había muchísima gente. Le dije a mi hija: “Quédate cerca de la entrada, de las puertas, para que puedas ver a Madre teresa. Quizás lo consigas, pues eres mujer”. Vimos a Madre Teresa por primera vez en la vida. Entonces mi hija me expresó el deseo de querer unirse a Madre Teresa. Ya no volvió conmigo a casa, se fue con Madre Teresa, y es hermana de la misericordia ya desde 30 años. Los padres rezaron y nosotros recibimos la fe de nuestros padres.
Andrzej Michoń CSsR: Al comienzo de nuestro servicio en Albania conocimos la lengua, la cultura, la tradición y las costumbres. No tuvimos mucho tiempo para ello, ya que el obispo de inmediato nos confió dos parroquias, en las cuales servíamos. Yo era párroco en una parroquia bajo la advocación de san Juan Pablo II, donde había un gran centro caritativo-social. Nuestra parroquia se encontraba en los márgenes de Tirana, donde había muchos pobres, abandonados, que habían dejado su pueblo en las montañas y habían ido a las afueras de la ciudad. En la capital buscaban una vida más fácil, que a veces se tornaba muy difícil. En nuestro centro llevábamos a cabo diferentes actividades. Había una gran sala para niños, a la cual cada día venían casi cien niños. Realizábamos diferentes tipos de cursos para niños y jóvenes, para desarrollar sus talentos: cursos de guitarra, de inglés, italiano, piano… También las hermanas, con las que colaborábamos, se ocupaban de las mujeres. Muchas de ellas no tenían ocupación, no podían encontrar trabajo. Las hermanas organizaban cursos de costura, cocina, para que después estas mujeres pudieran cuidar de sus familias, comenzar a trabajar y, a través de ello, tener una vida mejor y más digna. Poníamos un gran empeño en trabajar con los pobres, pero también con los discapacitados. Abrimos el pequeño centro Beato Pedro Donders, y a nuestro cargo teníamos 30 niños y jóvenes discapacitados. Organizábamos para ellos fisioterapia, logopedia, terapias psicológicas, y también cursos, talleres y adaptación para la vida. Actualmente trabajamos en la parroquia de San Alfonso. Intentamos realizar lo mejor posible el carisma y el objetivo de nuestra Congregación, por lo que nuestro trabajo está dirigido a los pobres, a los abandonados, a aquellos que más necesitan escuchar la Buena Noticia de la Abundante Redención.
En el norte del Albania, en Shkodër, se encuentra un santuario donde durante muchos años la imagen de la Madre del Buen Consejo recibe culto y ha sido venerada. Una imagen, que también san Alfonso tanto amaba, que siempre tenía en su escritorio, a la que tenía gran devoción. Como redentoristas somos conocidos por difundir el culto a la Madre del Perpetuo Socorro, pero nuestro fundador, san Alfonso, de manera especial veneraba la imagen de la Madre del Buen Consejo. Esta imagen se encuentra precisamente aquí, en Albania, al norte, en la ciudad de Shkodër. Durante muchos siglos la Madre de Dios eligió este lugar para recibir culto por parte de sus creyentes. Cuando los turcos (el imperio otomano) atacó Albania, los ángeles (según la tradición), o la familia de los ángeles, para salvar esta imagen, la tomaron de aquí, de Albania, y la llevaron a Italia, donde hoy esta imagen recibe veneración y culto.
Emanuel Topjana: Desde hace tres años soy un miembro activo de la Iglesia católica. Antes era un católico habitual, sólo iba a la iglesia los domingos. Cuando me comprometí con el grupo de jóvenes conocí a Jesús, quien se convirtió en una parte inseparable de mi vida. En el futuro me gustaría dedicarme más al trabajo con jóvenes, para que los niños y jóvenes disfruten lo máximo posible de la alegría y saquen provecho. Quiero ser un buen animador.
Ajkiesa Zefi: Tengo 17 años, desde hace muchos años soy miembro del grupo de jóvenes, un grupo lleno de alegría, desafíos y juegos, estoy muy contenta. La juventud debería creer, especialmente la juventud católica de los alrededores, para conocer al Señor, para disfrutar de su alegría y conocer a la comunidad cristiana.
Albert Rrucaj: He participado en diferentes encuentros. Soy miembro del grupo de jóvenes CHIRO (Cristo). Estos encuentros nos ayudaron mucho, aprendimos la cultura, encontramos muchos nuevos amigos, a menudo pasamos el tiempo felizmente unos con otros, conocimos gente de otras comunidades eclesiales.
Laureano del Otero Sevillano CSsR: Existe un invierno en el corazón de los hombres, también en el corazón de Europa. San Clemente nos invitaba a anunciar el Evangelio de nuevo, y el desafío que debemos afrontar es precisamente encontrar nuevas formas, nuevos lugares y nuevos lenguajes para llegar al corazón de los hombres, para que de nuevo sea primavera. Y primavera es Resurrección y Pascua. Me encuentro en Bilisht, en la zona oriental de Albania y aquí, reflexiono con los misioneros de esta zona: ¿Cómo podemos de nuevo salir y encontrarnos con el corazón de las personas? ¿Cómo podemos de nuevo anunciarles a Jesucristo, ser testigos del Redentor en este mundo herido?
Autores: p. Andrzej Michoń CSsR, p. Laureano del Otero Sevillano CSsR
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