Fuente y Culmen #6 – La Homilía, la Profesión de fe y la Oración universal
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Fuente y Culmen #6 – La Homilía, la Profesión de fe y la Oración universal
¡Amigos!
Tras la lectura del Evangelio, normalmente todos nos sentamos. Si el Evangelio se proclama desde el evangeliario, como el que se encuentra en nuestra capilla, el presbítero, o el que lee el Evangelio, lleva el evangeliario a un lugar especial. Cuando se ha llevado el evangeliario, todos nos sentamos. Después, comienza la homilía, o el sermón.
La homilía es cuando el sacerdote, refiriéndose en ella a la Palabra de Dios que ha leído, intenta explicárnosla. La homilía tiene un carácter muy cordial. Es explicación del amor de Dios, que escuchamos, y que Dios dirige a nosotros. Es bueno que el sacerdote de alguna manera hable a sus parroquianos, a sus oyentes.
El sermón puede tocar diferentes temas. A veces somos testigos de los acontecimientos del país, y entonces nos referimos a ellos. Animamos a que siempre la palabra de Dios traduzca, explique e invite a los creyentes a la lectura personal. Cuando acaba la homilía o el sermón, que esperemos haya animado a una reflexión más profunda, se sigue un momento de silencio. Mirad, amigos, que algunas veces, durante la misa, simplemente callamos. Pero no se trata de un silencio habitual. Es un silencio santo, un silencio necesario. Precisamente en este momento, cuando acaba la homilía o cuando acaba el sermón, todos nos sentamos de nuevo. Dejamos que la palabra, que hemos escuchado, llegue profundamente a nuestros oídos, a nuestro corazón y a nuestras manos. Es muy bueno que aprovechemos este momento de silencio y nos hagamos una pregunta: Señor Jesús, ¿qué me has dicho hoy? ¿Qué es lo que Tú me has dicho hoy? ¿Con qué salgo hoy de esta iglesia, de este espacio santo? ¿Qué me llevo a casa, a mi familia, al vecindario, a mi lugar de trabajo? Tras este momento de silencio, de nuevo todos estamos invitados a levantarnos y a confesar nuestra fe: Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, creo en Jesucristo Salvador del Mundo, creo en el Espíritu Santo, creo en la Santa Iglesia, que nos transmite la enseñanza santa, que de veras ha de servirnos en nuestra vida. Algunos, en broma, dicen que hay que reconocer la fe cuando el sacerdote no se ha preparado demasiado la homilía. Por eso alguna vez se dice: “Bueno, tras esta homilía sólo queda confesar la fe, pues nada más va a salir de ahí”. Espero que de veras no seamos así y que simplemente sea una broma. ¿Y por qué precisamente confesamos nuestra fe? Se trata de un momento muy importante. Es una invitación a una confesión consciente de nuestra fe. Mirad, durante la misa dominical, la solemnidad con que confesamos nuestra fe, haciéndolo con la consciencia, con el amor, con la convicción, de que todo esto servirá para nuestro bien. Tras confesar la fe, viene un momento muy importante, que llamamos oración de los fieles, u oración universal. Es precisamente una invitación a nosotros, reunidos, a expresar a través de la comunidad, y ante Dios, nuestras intenciones, peticiones, nuestro llamado. La Introducción General del Misal Romano nos da una serie de intenciones, por las que debemos rezar. Al principio se nos invita a la oración por la Santa Iglesia, a continuación se nos invita a orar por la sociedad, por el mundo, por lo que ocurre, de lo que somos testigos. Luego, la IGMR nos invita a que oremos por las personas necesitadas de nuestro apoyo, por los que se encuentran en dificultad, y por los que están en situaciones vitales dramáticas. Sabemos bien que en nuestro mundo hay muchos necesitados. El cuatro grupo de intenciones concierne a la oración por la comunidad local, por aquellos que hoy se reúnen, para que salgan de esta iglesia y esta misa y, así, den frutos de rica cosecha en el futuro. Una cosa que es digna de subrayar: la oración universal la introduce el sacerdote que preside, no el concelebrante, sino sólo el que preside. También termina la oración universal el sacerdote que preside, pues, en este momento, él nos representa a todos. Aparece como el único, en testa asamblea, in persona Christi: el representa a Cristo, y en nombre de Cristo dirige nuestra oración a Dios Padre.
Por eso es bueno que nos preparemos para esta oración, que seamos conscientes de lo que ocurre en el mundo, en el país, de lo que ocurre en la parroquia. El episcopado polaco, en sus indicaciones del año 2005, habla de que estas intenciones no sean más de seis. La Iglesia es sensata en lo que propone, pues nosotros a veces tenemos la tendencia de levantarnos y hablar… y ese no es el momento de expresar muchas intenciones. Es bueno que cuidemos esta norma de seis peticiones. A veces hay algunas solemnidades excepcionales en las cuales se pueden añadir una o dos intenciones, pero destaco que deben ser sólo seis. Además, es un cierto tipo de invitación para que toda la comunidad rece por estas precisas intenciones. Si, amigos, termina la Liturgia de la Palabra. En el siguiente episodio hablaremos de lo que sucede a continuación en la misa.
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