Estar en la brecha

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Estar en la brecha

Con Krzysztof Zuba, delegado nacional de los Caballeros de Colón en Polonia, habla Dariusz Dudek.

 

Puede que alguna vez los hombres, como niños, hayan jugado a la guerra. No sólo a ser un soldado con un rifle, sino también a ser vaqueros y caballeros. En el corazón del hombre está profundamente arraigada esta idea: la caballería. Puede parecer que los tiempos de caballería ya se nos han quedado atrás. ¿Pero realmente es así? Hablaremos de esto en este ciclo “Iglesia Católica para Él”. Saludo cordialmente a Krzysztof Zuba, delegado nacional de los Caballeros de Colón en Polonia. ¡Buenos días!

¡Buenos días y un cordial saludo!

 

¿Usted jugaba a la guerra cuando era niño?

Reconozco que, siendo niño, jugaba más a menudo a ser futbolista. Me imaginaba más corriendo tras una pelota, que como un caballero. Sin embargo, pese a ello, veía películas o también leía libros sobre el comportamiento de los caballeros, sus normas o sobre ciertos rituales, costumbres o formas de vida y reglas que profesaban. No obstante, siendo niño no me identificaba con esta forma de vida.

Sin embargo, si tuviera que buscar en mi infancia algún espacio donde hubiera referencias a la caballería, sería el servicio en la iglesia de los padres dominicos en Tarnobrzeg.

 

El acolitado y lectorado están asociados al servicio. También el caballero, volviendo a este tema, sirve a algún señor. Cuando le decía ayer a mi sobrino, que iba a grabar una entrevista con un caballero, me dijo: “Tío, pregúntale si este señor sirve a algún rey”.

Respondiendo a la pregunta de tu sobrino, sobre si hay algún señor, pienso que cada creyente (no sólo el Caballero), en primer lugar debe poner a Dios en su vida, y ésta es también la vocación de los Caballeros de Colón en su obrar. Intentamos buscar nuestra identidad, cómo decir con algunas frases qué son los Caballeros de Colón, para qué están los Caballeros de Colón, de qué se trata este camino. De nuestras discusiones surgió una imagen muy simple: en nuestra opinión, éste es uno de los caminos, que puede conducir a la salvación.

 

¿De qué manera usted encontró este camino de los Caballeros de Colón?

Fue hace ya más de 10 años. Provengo de Tarnobrzeg. Allí trabajaba un fantástico sacerdote, párroco y prelado, y fue en esta parroquia en la que viví tras casarme. Él observaba mis actividades en un campo un poco distinto. Conocía también a mi familia. Y cierto día, nuestras miradas se cruzaron. En este momento, tenía lugar un primer encuentro en la parroquia para informar de la nueva comunidad que se iba a fundar. El sacerdote prelado vino en coche, el semáforo estaba en rojo; yo estaba cruzando la acera y, entonces, nuestras miradas se cruzaron. Saludé al sacerdote párroco y, según creo, obró el Espíritu Santo, pues, unos minutos después, en mi trabajo se presentó el sacerdote prelado y dirigió unas muy bellas palabras a los hombres. Sabía que había una reunión organizativa, para invitar a los hombres y darles una oportunidad. Entonces me dijo: “¿Sabes qué, Krzysztof? Estamos construyendo un equipo fuerte, una nueva comunidad, me encantaría que estuvieras en este grupo”.

 

¿Podría hablar usted sobre los orígenes de los Caballeros?

¡Por supuesto! Segunda mitad del s. XIX, Estados Unidos, estado de Connecticut. El joven sacerdote, actualmente beato, Michael McGivney, observa a sus parroquianos. Lo que es importante proviene de una familia de inmigrantes. Era un tiempo en que los católicos (es justo decirlo) eran discriminados. En la iglesia se podían ver principalmente mujeres; por el contrario, había, como suele decirse, muy pocos hombres, cada vez menos.

La situación que imperaba era el tiempo de la revolución industrial, cuando repetidamente sucedía que, durante el trabajo, o a una temprana edad, moría el padre, cabeza de familia, el marido, y esto causaba que la familia cayera en la pobreza. Eran momentos en que los niños eran arrebatados a las viudas, que a menudo, como resultado de estos duros acontecimientos, se alejaban de la fe. El joven sacerdote Michael McGivney buscaba una solución, buscaba una idea para atraer a los hombres a la iglesia, para atraer a toda la familia.

Propuso la creación de una nueva comunidad. Unos veinte hombres se encontraron hace 140 años en New Heaven. Gracias a la iniciativa de estos hombres, que se llamaron oficialmente Caballeros de Colón, se organizaron diferentes eventos en la iglesia. Por una parte, hablamos de actos de oración y, por otra, proponen un modo inteligente de pasar el tiempo libre. El centro de la vida tiene que ser la parroquia, es decir, se organizan muchas actividades en las parroquias, y, además, el sacerdote Michael McGivney, en respuesta a lo que sucedía, propuso la organización de una fraternidad. Si ocurriera algún accidente y muriera alguno de los hombres pertenecientes a los Caballeros, entonces los demás Caballeros deben cuidar de la viuda y toda la familia. Hoy, en el mundo, en las filas de los Caballeros de Colón hay más de 2 millones de hombres.

Por su parte, en Polonia, estamos desde hace 15 años, pues hace 15 años tuvo lugar el primer encuentro en la Conferencia Episcopal Polaca. Somos cerca de 7000 hombres, que decidieron seguir este camino.

 

Cuando leía sobre los Caballeros me llama la atención fuertemente que los Caballeros, desde el principio, reaccionaban a acontecimientos concretos. No era una acción como: “hagamos cualquier cosa”, sino “hagamos algo, pues existe esa necesidad”. Me llamó la atención que, durante la 1ª y 2ª Guerra Mundial, los Caballeros de América construían centros especiales para soldados, para que pudieran descansar, volver al equilibrio psíquico y espiritual. También me llamó la atención que estaban abiertos a todos: a cada reto, cada religión o color de piel. No hacían distinción.

El beato sacerdote Michael McGivney mostraba la misericordia, unidad y fraternidad como los pilares sobre los que debíamos edificar nuestra actividad. Hablábamos sobre los comienzos de mi adhesión a los Caballeros, y justo antes de este comienzo hubo una inundación en Sandomierz y Tarnobrzeg, por aquel entonces los Caballeros de algunos lugares fueron allí y ayudaron.

Vivimos algunas tempestades hace unos años en el norte de Polonia. Y allí los Caballeros de algunos Consejos se unieron y vinieron a ayudar. Aunque estuvieran en Orlik, Brusy, cerca de Chojnice, fueron a ayudar. No solo recaudaron dinero, sino también ¡se pusieron manos a la obra! Resultó que allí esto era más necesario.

Recuerdo que el sacerdote capellán de los Caballeros de Brodnice fue y preguntó en la parroquia qué era lo más necesario, y anunció la recaudación de aparatos eléctricos, pues resulta que se necesitaban algunas sierras, taladros y otro tipo de herramientas eléctricas. Sobre todo, se necesitaba ayuda, y los Caballeros iban allí y ayudaban a poner todo en orden.

Con especial cuidado, el Consejo de Suchedniów y la Diócesis de Kielce rodearon a una familia y ayudaron a reformar su casa. Esto es esencial, los medios estuvieron durante algunos días, hicieron fotos, mostraron el drama de la gente y se fueron. Pero lo que era importante era hablar con esta gente, ayudar en los trabajos sencillos. Estos Caballeros estaban precisamente allí. Hoy esta región es una de las áreas de mejor desarrollo de la actividad de los Caballeros de Colón.

 

Me he topado con dos estereotipos referentes a los Caballeros de Colón. El primero: para ser Caballero de Colón hay que ser rico, pues hay cuotas muy altas y allí sólo pueden estar las personas que tienen un alto nivel de ingresos. Y el segundo: trabajáis como una secta, tenéis encuentros a puerta cerrada, en la iglesia con las luces apagadas y las ventanas cubiertas.

Me alegro de que podamos hablar de ellos y aclararlos. Reconozco que el primer elemento del que hablamos puede deberse a que los Caballeros en la iglesia, para las festividades, se visten de fiesta. Esto significa, como yo, que llevan una camisa blanca, corbata, traje y fajín, lo que puede causar que alguien que mire desde fuera, cuando ve a alguien vestido de traje, piense que es algún presidente de empresa. O, durante las Jornadas Mundiales de la Juventud en Cracovia, los Caballeros prestaban sus servicios en el santuario de la Divina Misericordia en Łagiewniki, dirigiendo el tráfico, y allí escuchaban la frase: “Mirad, la Oficina de Protección del Gobierno está cuidando de santa Faustina”. Y esto se debía a cómo iban vestidos. Hasta hoy se recuerda esta anécdota. En nuestras filas contamos con estudiantes, jubilados, trabajadores, con formación básica y profesores.

El segundo elemento del que se habla concierne a las ceremonias que tienen lugar y así han ido dándose durante casi 140 años: las ceremonias de ingreso a los Caballeros tenían un carácter secreto. El Caballero Supremo tomó la decisión en primer lugar y propuso que la fórmula fuera abierta. Esto sucedió hace un año. En Polonia tomé la decisión de que desde el 1 de julio de 2020 todas las ceremonias de ingreso a la Caballería que tuvieran lugar fueran ceremonias abiertas.

 

¿Cómo es la formación de los Caballeros de Colón?

Uno de los beneficios de ser Caballero es que durante la ceremonia de acogida se recibe un rosario de caballería y al mismo tiempo se compromete uno a rezarlo tan a menudo como sea posible. Y este es el primer elemento de la formación de los Caballeros de Colón.

Los caballeros se encuentran cada mes. Las reuniones deben comenzar bien con una misa, bien con la adoración al Santísimo Sacramento, o con otra forma de oración. A menudo en el encuentro local participa el capellán que da alguna catequesis, pues no somos gente ideal y el nivel de nuestro conocimiento religioso requiere a menudo un repaso.

Además de esto, trabajamos sobre la exhortación “Estar en la brecha”, que fue escrita por el obispo Olmsted para hombres católicos y, de hecho, encaja perfectamente en nuestras condiciones en Polonia. Adicionalmente, se ha estado trabajando en videos sobre esta exhortación, que pueden seguirse en el YouTube de los Caballeros de Colon.

Cada mes el Capellán Supremo, en una carta que recibimos mensualmente: “Columbia”, nos invita a un desafío. Tenemos allí un fragmento analizado de la Sagrada Escritura y también un desafío para llevar a cabo una obra de misericordia concreta en dicho mes, por ejemplo, prestar atención y ayuda a alguna persona necesitada.

Sobre todo, durante la ceremonia de acogida, nos comprometemos a trabajar personalmente por la propia formación.

 

Me gustaría referirme a esta exhortación “Estar en la brecha”. ¿Qué es esta brecha en la que el hombre tiene que estar?

Si miramos a las estadísticas que hablan sobre el número de creyentes que están en las Iglesias durante la Misa, si miramos a la cantidad de personas que se alejan de la Iglesia o hablamos de las personas que están bautizadas, pero no practican, y a veces incluso dejan de creer, y se llaman creyentes no practicantes, de repente resulta que en este potente grupo de creyentes surge un gran agujero. Éste fue denominado por el obispo Olmsted como brecha. Y ahora hay que llenar este vacío de alguna manera. De ahí esta invitación a los hombres para que no se queden sentados en el sofá, para que no se sienten en el último banco de la iglesia, sino a que tomen el asunto en sus manos. Es decir, a través de su actividad, de su actuar, por una parte, suplen las actividades que podrían ser realizadas por otros que nos han dejado, y, por otra, a través de su testimonio pueden provocar que estas personas comiencen a volver, o también alcanzar a nuevas personas que nunca tuvieron contacto con la Iglesia, con la fe.

Pienso que el obispo Olmsted nombró acertadamente bien esta brecha. Tenemos un desafío, este es un lugar para que el hombre se convierta en protagonista, se arremangue, tome en sí la responsabilidad y esté en la brecha. Actuar. Y pienso que esto nos apela a todos nosotros, pues vemos la crisis que se da en varios niveles.

Volvemos a una gran figura como es san Juan Pablo II, quien recuerda que, cuando se despertaba por la noche, veía a su padre arrodillado y rezando. Y este es un desafío para nosotros. Nosotros, hombres, si presentamos una actitud correcta, en casa se sentirán seguros tanto la mujer como los hijos. Si hacemos lo correcto, nuestros hijos, observándonos, seguirán nuestro ejemplo.

 

¿Cómo puede uno unirse a los Caballeros de Colón?

Si cumplimos los requisitos básicos, hay que contactar a través de nuestra página de internet, en nuestra sección para miembros, y declarar esa disposición, y seguidamente ir al sacerdote párroco para recibir la confirmación de que se cumplen las condiciones, o, si cerca hay un Consejo local, los Caballeros de Colón trabajan a través de hermanos particulares.

No tenemos procesos de preparación o verificación de candidatos. Este proceso de adhesión es bastante sencillo. Por tanto, si alguien siente en su corazón que puede hacer algo más que hasta ahora, y quiere asumir una responsabilidad conjunta por su parroquia, familia, por la Iglesia, ¡está invitado! El contacto más rápido y sencillo es a través de la página web, y nosotros le guiaremos en cómo llegar a ser Caballero de Colón, donde puede participar en la ceremonia de acogida, así como de qué manera puede unirse más adelante a nuestras respectivas actividades.

 

Muchas gracias por la conversación, no sólo sobre los Caballeros de Colón, sino también acerca de la Iglesia para los hombres, que tanto necesitamos en nuestros tiempos. Gracias también a vosotros, que estáis con nosotros, que nos escucháis y veis. Y si a alguno el Espíritu Santo os empuja a uniros a los Caballeros de Colón, ¡merece la pena arriesgarse!

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