Conversemos!

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Conversemos!

– Últimamente hemos hablado del amor; si alguno todavía no habéis visto ese capítulo, os invito a ello. El invitado de hoy para nuestro capítulo es Michał Mokrzycki, al cual saludo cordialmente.
– ¡Buenos días!

– Michał lleva el vlog “Conversación controlada” en el canal de la comunidad masculina “Camino para Valientes”. Michał también trabaja con el lenguaje y la comunicación, así que de seguro nos contará hoy algo interesante sobre este tema. Sin embargo, la primera pregunta es para vosotros: ¿Por qué la conversación es tan importante y por qué merece la pena escuchar?

– Porque puede ayudarnos mucho en distintas situaciones.

– Para entender sus problemas.

– Porque se puede aprender mucho.

– Y ahora la misma pregunta te hago a ti, Michał: ¿Por qué merece la pena escuchar a nuestro interlocutor?

– En primer lugar tenemos burbujas de información, que hacen que cada uno esté encorsetado en su propio marco de pensamiento; Facebook nos posiciona, YouTube nos posiciona y ya sabes, escuchamos continuamente contenidos que están adaptados a lo que hemos visto hace un momento. De repente resulta que, en el momento en que hablamos con alguien cercano o un conocido lejano, tenemos completamente una idea distinta de la situación de esta persona y de cómo son sus ideas, y pienso que esto es un primer gran problema, que nosotros no nos escuchamos porque no queremos escuchar. Nos parece un conocimiento que hemos adquirido: vivimos en un mundo sin autoridad, donde muchas de esas autoridades escultóricas se han derrumbado en el camino, y junto a ellos incluso su enseñanza. De esta manera, cualquiera puede ser autoridad; incluso si dice tonterías, para la gente que escucha estas cosas, puede ser autoridad. Esto lo vemos en este espacio de la… ¿Cómo se llama? Teoría de la conspiración.

– Por ejemplo.

– La gente escucha diferentes tipos de vídeos, que no están autenticados de ninguna manera, y, pese a todo, los siguen y surge, ya sabes, una gran discrepancia.

– Incluso hoy, durante la pandemia, no sabemos verdaderamente qué informaciones son fake news y cuáles son verdaderas, como para separar ahora la verdad de la falsedad.

– Sobre todo en la pandemia esto se ha acrecentado y puede que antes no tuviera semejante alcance como el que tiene ahora. Yo soy bueno hablando, pues trabajo con el lenguaje, trabajo con gente, trabajo con clientes y mi papel consiste en entender cuáles son sus necesidades, que es lo que realmente les apetece. Pero sabes, la práctica de la vida trae consigo que, a veces, este espacio profesional y este espacio de vida personal son completamente diferentes.

– Acabas de hablar muy bien sobre esta práctica del lenguaje, pues yo también tengo esa impresión, cuando hablas sobre la práctica en el trabajo y en la vida. En el momento en que, por ejemplo, miramos a lo que sucede actualmente en el mundo, es decir, diferentes protestas y manifestaciones (no sólo aquí, sino en el extranjero) y se ve a tanta gente que antes decía „ok”, y estaba bien y asentían a, no sé, a una idea concreta y se iban, por así decirlo, y presentaban algo diferente. Pero ahora, ¿de dónde surge esto? ¿De la falta de capacidad de escuchar, hablar, de los bloqueos que aparecen en la persona?

 

– Pienso que principalmente de las convicciones. Y lo digo como practicante, pues para mí estos acontecimientos, que han ocurrido recientemente, también supusieron un proceso que se debe de dar en mí. Al principio, cuando comenzó a haber manifestaciones, para mí fue una experiencia muy difícil, en el sentido de que yo no tenía ningún problema en absoluto en meter a todos en el mismo saco. Cuando llegaron los postulados de la Manifestación de las Mujeres, que, desde la perspectiva cristiana, para nada podían aceptarse, y, aun así, esta gente seguía participando en estos acontecimientos, fácilmente me vino el “hacerles la cruz”. Pero, en definitiva, pienso que todo esto está relacionado precisamente con las convicciones. Pues, sabes, si quieres conocer la perspectiva de otra persona, tienes que darte cuenta de que no es una persona que pronuncia frases, sino que es una persona que tiene decenas de años de experiencia; tiene experiencia de vida familiar, de lo que sucede en las relaciones con los padres (entre ellos mismos, entre los padres, entre los hijos o jóvenes); lo que ha ocurrido en la vida de esa persona, qué historia tiene, qué heridas tiene; y de repente sucede que, si puedes abrirte a alguien y comenzar a preguntar, pienso que ahí está precisamente la clave, sabes, pues tenemos mucha facilidad para formular frases afirmativas, ¿estás de acuerdo?

– Sí, y mucho. Es fácil para nosotros valorar y expresar una opinión, pero nos es difícil preguntarnos “¿Por qué piensas así?” o “¿Qué ha causado que ésta sea tu opinión?

– ¡Ahí le has dado!

– Pero también tengo la impresión de que no siempre la gente quiere hablar de ello…

– Seguramente sí, pero tampoco nosotros les damos mucho la oportunidad de que puedan expresar por qué realmente piensan así u opinan así. Sabes, creo que en la persona hay algo así como que le encanta hablar sobre lo que piensa, en principio, si no se trata de un gran tema tabú o está relacionado con algunas experiencias difíciles, pero no tan difíciles como para esconderlas en algún lugar dentro de sí, más bien a las personas se le pregunta: “¿Por qué piensas así?”, bajo la condición de que, por supuesto, lo hagamos con un tono correcto, sin un tono pretencioso, pues esto nos cierra verdaderamente al interlocutor; si se hace verdaderamente, sabes, ha resultado en un deseo sincero y auténtico de conocer el punto de vista de otra persona, esto nos abre. Y pienso que, desde la perspectiva humana, la fe (no sé si estás de acuerdo conmigo), pero desde la perspectiva humana de la fe esto es básicamente una necesidad absoluta para que podamos evangelizar a cualquiera.

– ¡Claro! Tenemos que conocer a la persona a la que vamos, pues, de otro modo, será difícil para nosotros acercarnos a alguien, ya que realmente no sabemos a quién hablamos y con quien queremos hablar, y a quién queremos alcanzar con nuestra evangelización y fe. Por tanto, me surge la siguiente pregunta: ¿Qué hacer para aprender a conversar? ¿Qué hacer para que nuestra comunicación, por así decirlo, salga de nosotros y podamos llegar a esas personas sin juzgar? Pero antes de que escuchemos tu opinión sobre el tema, me gustaría preguntaros a vosotros, cuál es vuestra opinión y qué hay que hacer para poder comunicarse entre nosotros.

– Estar, ante todo, calmado y aprender a entender a la otra persona.
– Pues… ¡no lo sé! 😛 😀
– Ni idea….
– Y ahora vuelvo a dirigirte la pregunta a ti: ¿Qué hacer, cómo hacer, para comunicarse entre nosotros?
– Pienso que aquí están algunas de las normas universales que merece la pena nombrar. Y la primera norma debería convertirse, quizás, en hábito para toda persona: primero, comprender y segundo, ser comprendido. Malsanamente, cada vez más queremos ser entendidos por los demás, por qué pensamos como pensamos, pero pocos de nosotros nos interesamos a menudo en por qué otros piensan como piensan, por lo que quizás este proceso también tiene que darse en la persona, debemos madurar en esto para poder entender lo que otra persona piensa y poder “ahondar” en ella, en aquello que son los verdaderos motivos por los que en ella suceden ciertas cosas de una manera determinada.

Y ahora mi siguiente pregunta para vosotros: ¿El primer pensamiento que os viene a la cabeza cuando digo “la regla de oro” para la conversación”? ¿Vuestro primer y único pensamiento sobre esta “regla de oro” es…?

– Amor.
– Comprender a la otra persona
– ¡Escuchar!
– Exacto, “la regla de oro”, ¿qué es? ¿Qué podemos decir sobre la “regla de oro”?
– Pienso que no, que puede que no haya una receta para una buena conversación, sino que es un conglomerado de muchas cosas que tienen que suceder y en las que hay que trabajar. Hay personas capacitadas para la conversación. Sabes que yo soy una persona crítica, hasta cierto punto, y para mí es más fácil ver el vaso medio vacío que medio lleno, como se dice popularmente, pero también conozco gente que vive con el mismo sistema de valores que yo y, ante algo a lo que yo reacciono alérgicamente y muy críticamente, ellos para nada le prestan atención. Y sé que ésta es una lección para mí, pues pienso que nosotros, como personas, somos tan diferentes unos de otros que no hay una “regla de oro”. Algo que para mí es una necesidad para el trabajo, para mejorar, para otra persona no es en absoluto un gran problema; pero algo que yo he desarrollado genial con esto serán, ya sabes, algunos puntos clave que alcanzar y desafíos para el futuro. Por lo tanto, pienso que no hay una regla de oro, pero a mí últimamente me ha tocado con fuerza el papa Francisco con su teología de la misericordia. Pienso que, sobre todo, en relación con las personas, con las que no me entiendo, esas personas que o están en los “márgenes” de la fe o con los que no estamos de acuerdo con su ideología, el papa Francisco nos llama la atención a que la palabra misericordia, que procede del latín, se divide en estas dos partes: miser, es decir, pobre, esa persona que es pobre, pero no sólo económicamente, sino también pobre respecto a la carencia que tiene, también, en las relaciones; y cor es decir, corazón, pero corazón entendido no como el órgano que bombea sangre, sino corazón que es el centro de nuestros pensamientos, sentimientos, es el centro de la persona. El papa Francisco dice que, si queremos realmente ir hacia alguien con misericordia, es decir, con este corazón abierto al pobre, tenemos que, en primer lugar, entender a esta persona, “ponernos en su piel”, no es entender en plan “ah, vale, vale, es así”, sino aprender empatía. Yo aprendo empatía porque no sé empatía, para mí la empatía es un gran reto; “ponerse en la piel” del otro, ver qué siente él realmente, qué piensa, por qué piensa así.

– Lo que él está viviendo, cuál es el motivo de que piense así y no de otra manera. Y si tuvieras que dar algunos, no sé, 2-3 puntos, neutrales, por así decirlo, normas o condiciones que podrían ayudar a nuestros oyentes, a las personas que nos ven, y que sienten que tienen un problema y que “sí, bueno, genial, nosotros hablamos aquí, ellos dicen que salgamos, con misericordia, con conocimiento”. Pero si, por ejemplo, alguien siente algo así como “Vale, pero para nada sé cómo tengo que dar este primer paso”. ¿Cuál sería tu primer consejo? Pues el amor, la misericordia y esta relación me parece que nos acompañará durante todos estos capítulos, lo que me alegra mucho, pues pienso que es super importante en cada etapa de la vida. ¿Pero cuáles son estas normas generales que nos permiten dar el primer paso?

– Bueno, no sé si una… pero permíteme que diga cuatro, pues es lo que me vino a la cabeza mientras hablabas, se me ocurrió rápido. Pienso que la primera norma es precisamente comprender, y después ser comprendido. Esto significa que, si necesitas algún consejo, este es: aprende a comprender. La comprensión es absolutamente clave y entender no significa aceptar, ni afirmar lo que la otra persona piensa, sino que la comprensión es la aceptación de que otro piensa diferente a mí. La segunda cuestión es no interrumpir la conversación. Yo personalmente me siento como, sabes, un torero, como un toro cuyo toreador tiene un capote rojo, cuando alguien me interrumpe, pues soy susceptible con mis palabras, me gusta hablar. En el sentido de, no siempre, sino cuando tengo un día horrible, entonces veo que hay como una fractura en mí, en la cual tengo que trabajar. Por tanto, pienso que merece la pena no interrumpir a otros, para que este diálogo sea realmente tal; yo diría, coherente y no ofensivo, aunque, por otra parte, también es importante una escucha activa. Es decir, cuando se habla con alguien, como ahora contigo, merece la pena asentir: “ah, sí”, “te entiendo”, “exacto”. A los interlocutores les encanta, en el sentido de que, cuando hablamos con alguien, es una mirada muy externa, pero a los interlocutores les gusta cuando alguien les asiente y les dice “mhhh, okey”, “sí, sí, así fue”, en el sentido de que está genial profundizar en ciertas cuestiones, hacer preguntas al respecto. Y pienso en la presencia, la escucha (volviendo al momento actual, pues creo que me he puesto a divagar en pensamientos), pienso en la comida o en las clases o en la escuela. Merece la pena volver a eso, al momento aquí y ahora, merece la pena centrarse en lo que sucede en la persona. Nosotros nos comunicamos no sólo con palabras, sino que también con lenguaje no verbal: la vista, la mirada, gestos, el rostro, movimientos… todo ello tiene significado. A veces alguien dice algo y vemos por su cuerpo que está diciendo algo diferente y que algo aquí no va bien, por lo que pienso que…

– Que esta conversación puede ser incómoda para alguien, ¿no? Genial, te agradezco mucho esta conversación.

– Yo a ti también, Natalia.
– Me parece que lo que has transmitido, esta información, para mí personalmente es muy valiosa, ha estado genial escucharla, por lo que muchas gracias.
– ¡Genial!
– Y a vosotros os invito también al canal de Michał, de modo que también os metáis de lleno en el Camino para Valientes y en el canal cuando queráis escuchar más sobre la comunicación.
– Si puedo, una pequeña corrección: “Camino de los Valientes”, aunque realmente el camino es para los valientes, pero el canal se llama “Camino de los Valientes”, así es como también se llama nuestra comunidad de hombres. Por lo tanto, “Camino de los Valientes”, ahí está mi vlog sobre comunicación, pero no sólo, también hay otros vlogs geniales. Os recomiendo que conozcáis los canales de YouToube y Facebook. Perdonad por este pequeño espacio publicitario.

– No pasa nada, está genial que lo recalques, perdonad por el error. Venid a ver a Michał, dejaos caer por nuestro canal y dejaos las manos y dejadnos vuestros comentarios diciendo si os ha gustado lo que hacemos y si realmente sentís que estos consejos pueden seros de alguna ayuda. Nos vemos el próximo mes con otro maravilloso capítulo.

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