Injertado en Cristo

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Discípulo – Perseverancia – Injertado en Cristo

 

¡Hola a todos! Me llamo Janusz Bułat y soy oblato de la Congregación Redentorista en la Provincia de Varsovia, en Wrocław. ¡Dios os bendiga!

Me preguntaron acerca de la palabra “perseverancia”, qué es, si es posible vivirla, y por qué persevero con el monasterio redentorista.

Quizás es una coincidencia que me mudara con mi mujer y mis dos hijos a la calle Kazimierska, a los nuevos pisos que pertenecieron a la parroquia redentorista junto con la iglesia de la Santísima Virgen María, Madre de la Consolación. Íbamos a misa juntos cada domingo, pero mi compromiso y ligazón con los redentoristas comenzó cuando el padre Stanisław Golec me animó cooperar más intensamente. Sucedió que, durante una misa dominical, no había monaguillo y entonces yo, como antiguo monaguillo (pues lo había sido desde 1956, con parones para ser sinceros, en Środa Śląska en el instituto, pero en Wrocław no había esa posibilidad). Fui a la sacristía, pedí un alba, me vestí y comencé a servir. Desde entonces (no recuerdo qué año fue, pero sí recuerdo el día: Domingo, 20 de noviembre), comencé a ligarme más a los redentoristas.

La perseverancia y devoción a los redentoristas se relaciona con el hecho de que ellos constantemente cuidan de sus parroquianos. Desde entonces, he ayudado en lo posible, según mis habilidades y fuerzas. En cualquier caso, “siervos inútiles somos”. Probablemente se podría haber hecho más, pero se necesita constancia, especialmente trabajando. Para ser constante, hay que fijarse una meta y lo mejor es ponerse la más alta. ¿Y cuál es la meta más alta? Para nosotros, para mí, es el Cielo y vivir en la casa del Padre. Esto es difícil de conseguir sin modelos.

¿Qué es realmente la perseverancia, mirada desde la perspectiva del siglo XX? Se trata de constancia en el trabajo y en la vida cotidiana. Y, si se compara con el aguante de nuestros padres y abuelos, que sobrevivieron a la Guerra, a los campos de trabajo (como los siberianos), y la Segunda Guerra Mundial… ¡ellos perseveraron! Sobre todo, perseveraron en lo bueno, porque perseverar en lo que es malo no tiene sentido, sólo crea caos y confusión. Por tanto, ya que la meta última es el Cielo, hay que perseverar. Al mismo tiempo, consiste en un esfuerzo constante por la verdad, continuamente a lo largo de la vida. Jesús muestra este camino, perseverando hasta el final. Es su constancia la que nos muestra este camino.

Le sucedió a sor Faustina, mientras rezaba durante una hora y otra, que ella, por así decirlo, no estaba más cerca de Dios. Sin embargo, dada su fuerte voluntad, preguntó a Jesús: “Señor Jesús, no me bajes de esta cruz, pero dame fuerza para perseverar”

Otro ejemplo puede ser el Capitán Witold Pilecki, que constantemente buscaba la verdad.

Me gustaría resumirlo en estas palabras del poema:

… Una mirada a perseverar

Perseverancia en la vida diaria y normal,

Levantarse, trabajo, preocupaciones, pan

Aparentemente simple, pero en continuidad,

Hay tropiezos y caídas, mas

Tenemos que ir más allá

 

– ¿Por qué motivo? Alguien preguntará –

¡Merece la pena luchar!

Pero cuando la eternidad escapa de ti

Aprovéchala antes de irte a dormir

 

Sin un modelo, la vía serpentea,

Y sin la gracia, el esfuerzo flaquea,

Sin oración, y sin tu amor,

Soy inútil, oh, Señor.

 

Las almas de las “ramas” de la vid

Fortificadas con jugo tan carmesí,

Han de florecer, como yo ya supiere

Por las chispas de tu misericordia – ¡ardiere!

 

Deseo la perseverancia a todas las ramas, para que sean constantes en la verdad y en las luchas diarias de la vida. Aparentemente sencillo, pero hay tal abundancia de varios estímulos negativos que, para perseverar, uno tiene que permanecer en la verdad. Y esa verdad es el Señor Jesús. ¡Gracias!

 

Mi nombre es Benigno Colinas Fernández. En la Congregación, siempre he figurado y figuro con el nombre de padre Colinas. Entré en la Congregación a los 12 años y ahora tengo 85 años. Se puede decir que toda mi vida he estado en la Congregación, he dependido de la Congregación. Fui ordenado sacerdote en el año 1960, y desde entonces he desempeñado todos aquellos ministerios que me han ido designando los superiores: he sido, en primer lugar, profesor; después, director del seminario; he estado de párroco, de superior, de consejero provincial, y, sobre todo, de misionero, que ha sido para mí lo más gratificante.

He estado de misionero en los pueblos de España, y después en pueblos de Honduras, de Venezuela, de Perú…, en Ecuador estuve formando a misioneros redentoristas, y siempre me he encontrado con la bondad y el amor de la gente, que son muy sencillos, muy receptivos, y que nos reciben siempre con gran cariño y gran amor. Para mí, por eso, el ser misionero, que es la vocación de todo redentorista (como fue san Alfonso, el fundador), ha sido lo más gratificante.

Para perseverar en la vocación, y no decaer en el entusiasmo y en el ánimo, yo siempre he contado muy de cerca con la protección de la Virgen. Además, me ha dado señales muy palmarias de su protección. Por ejemplo, cuando terminaba el noviciado, el maestro de novicios me llamó y me dijo que no tenía vocación y que no podía seguir adelante. Yo me encomendé muy seriamente a la Virgen y, a la semana, a él le quitaron y pusieron otro maestro, que me comprendió y sí apreció en mí la vocación. Así he seguido adelante hasta el día de hoy, que son unos cuantos años.

Yo aconsejo a todos aquellos que quieran ser redentoristas, a todo cristiano, que sea muy devoto de la Virgen, que se encomiende con la seguridad de que la Virgen le lleva a Jesucristo, que ella no se queda, por decirlo así, con ese amor y esa devoción, sino que lo lleva a Jesucristo y, desde Jesucristo lo lleva a los demás, y eso es lo que yo recomiendo a todos. También tener siempre un gran entusiasmo por la vocación, una gran alegría de servir a Jesucristo y al Evangelio desde esta perspectiva. Esto sirve tanto para los que quieren ser redentoristas, como para los matrimonios, que van a aceptar un estado de vida, que es el sacramento del matrimonio. Yo siempre les he aconsejado que se amen, que se quieran de verdad, que por encima de todo tengan amor. El amor resuelve todas las dificultades, los problemas, todas aquellas desavenencias que puede haber entre las parejas, lo mismo que entre nosotros dentro de la Congregación.

El amor lo resuelve todo y, si nos queremos y amamos, entonces estamos cerca de Dios, Dios nos bendice, porque Dios es amor y está con nosotros. En este amor yo os envío un saludo a todos, deseándoos que realmente sigáis con vuestra vocación, la que Dios os dé, que discernáis bien y no falléis a esa vocación que Dios os concede, porque ahí vais a encontrar la alegría y la paz que todos deseamos.

 

Autores:  Janusz Bułat, p. Benigno Colinas Fernández, CSsR
Traducción: Carlos A. Diego Gutiérrez, CSsR

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