Puertas abiertas, corazones abiertos

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COMUNIDAD ABIERTA
Discípulo: Puertas abiertas, corazones abiertos

José
¡Buenos días! Me llamo Zé.

Teresa
¡Buenos días! Yo soy Teresa. Estamos casados. Nacimos hace 31 años en Oporto…

José
… La ciudad más bonita de Portugal.

Pertenecemos a la familia redentorista desde hace unos años. Yo tenía 5 años cuando comencé a asistir a la iglesia de los redentoristas.

Teresa
En mi caso fue un poco más tarde, pienso que fue con 15 años cuando conocí al primer misionero redentorista.

José
Aunque nuestros primeros pasos en la fe se dieron en la familia redentorista, esto nos pasó a cada uno en diferentes lugares y sólo unos años después se cruzaron nuestros caminos.

Teresa
Pero teníamos algo en común que nos cautivó en diferentes fases de nuestra vida y que de alguna forma fue importante para sentirnos atraídos por el carisma redentorista. Este punto en común fue una búsqueda constante por construir contactos comunitarios.

José
Así es como crecimos: en contextos comunitarios, alimentados por el carisma redentorista, rodeados por gente de todas las edades que buscan aprender juntos lo que significa ser cristiano y qué es seguir al hombre de Nazaret.

Teresa
Sí, estas comunidades están formadas por muchos hombres y mujeres, algunos casados, otros no, algunos con hijos, otros con nietos… Lo que tienen en común es el deseo de vivir del mismo modo que esas primeras comunidades de las que nos hablan los Hechos de los Apóstoles.

José
A lo largo del tiempo, nos dimos cuenta de que estas comunidades abiertas eran un contexto de crecimiento en la fe para sus miembros, mientras que al mismo tiempo alimentaban las propias comunidades religiosas que se habían formado.

Teresa
Y a través de esta apertura, Jesús se hacía presente entre nosotros y, al mismo tiempo, a través de esta apertura íbamos conociendo el carisma redentorista que lo da a conocer.

José
Bueno, esto es sólo un poco del comienzo de nuestra historia. Se nos presentó al Dios de Jesús a través del carisma redentorista, y esto inevitablemente modeló nuestra vida y también nos transformó. A partir de esta base, en los últimos años de nuestra vida estamos descubriendo de una forma más intensa un camino para dedicar toda nuestra vida a Cristo y a Su misión.

Teresa
Y el cómo hacerlo juntos, como matrimonio.

José
Sí, hemos experimentado que Dios nos llama a la vida misionera, como matrimonio y dentro de la familia redentorista. Y, por supuesto, queríamos responder.

Teresa
Así que uno de los pequeños pasos que dimos fue en 2018 tras un importante periodo de formación y discernimiento. En noviembre de ese año hicimos un compromiso público como Misioneros Laicos del Santísimo Redentor.

José
Un matrimonio misionero. Un matrimonio redentorista.

Teresa
Con el tiempo, fuimos comprendiendo verdaderamente que una cosa muy importante para nosotros pasa por no separar nuestra vida en diferentes partes, en diferentes piezas: la del trabajo, la familia, la fe… Fuimos comprendiendo que ser misionero es una cuestión de identidad. No es una cuestión de lo que hacemos en un determinado momento o lugar, sino aquello que somos.

José
Sí, en el fondo queremos vivir la Vita Apostólica, anunciando el Evangelio a los más abandonados, viviendo en contextos comunitarios y trabajando en colaboración con religiosos y otros laicos asociados. Creemos que, de todos los caminos posibles para cumplir nuestra vocación, aquel que Dios ha soñado para nosotros y con nosotros exige un compromiso más radical con la Misión. Y, en el fondo, lo que hemos intentado hacer es darle espacio para que nos enseñe cómo hacerlo, tanto en el presente como en el futuro.

Teresa
El último año, nuestra vida se hizo itinerante. Iniciamos un proyecto que consiste en visitar comunidades redentoristas por el mundo. Lo que nos movió fue el deseo de conocer más sobre nuestra familia redentorista y compartir las iniciativas misioneras que se llevan a cabo en más de ochenta países donde estamos presentes. Creemos que esto puede ayudarnos a una mayor conciencia y vivencia de la solidaridad misionera, tan necesaria en nuestra Congregación.

José
A partir de lo que hemos experimentado en Portugal, y de lo que hemos ido conociendo en la Conferencia de Europa y en la Conferencia de América del Norte, nos dimos cuenta de que nuestro carisma necesita estar abierto al mundo. No somos una congregación de monjes, sino una familia de misioneros.

Teresa
Vimos esto, por ejemplo, en Lviv, Ucrania, en el modo en que las Hermanas Misioneras redentoristas trabajan y viven junto con la comunidad de estudiantes de la Universidad Greco-católica de Lviv. Ellas viven en el primer piso de la residencia universitaria y a la entrada de la residencia está la capilla comunitaria, situada junto al ascensor, usado por muchos de los estudiantes residentes. La capilla siempre está abierta y disponible para todo el que quiere rezar o simplemente estar en silencio. Estas hermanas nuestras comparten su día con aquellos que viven y estudian allí. Algunas de ellas también son compañeras de clase. Organizan encuentros de formación, de compartir, de espiritualidad… Sobre todo, siempre están disponibles para escuchar, hablar, rezar… Y hay, en definitiva, una gran familiaridad entre las hermanas y los estudiantes que viven y estudian en la Universidad.

José
Es indudablemente una presencia abierta, una presencia disponible y una presencia muy cercana. Es verdaderamente una misión muy bonita.

Teresa
Otros aspectos que llamaron nuestra atención cuando vimos y conocimos las diferentes iniciativas fue el hecho de que allí no hay una fórmula estándar o un modelo predeterminado para la evangelización. En su lugar, el punto de partida para la evangelización es la convivencia y diálogo con todos los hombres y mujeres. Uno de los lugares donde explícitamente se da esto es en nuestra comunidad de Gante, Bélgica.

La falta de fórmulas estándar, sino observar los signos de los tiempos, a través de la convivencia de los hombres y mujeres, llevó a una renovación misionera en ese lugar. Lo que solía ser un monasterio viejo, cerrado, con cohermanos sin esperanza, se ha convertido, a través de la acción del Espíritu, en un proyecto de puertas abiertas y vigor misionero renovado llamado Clemenspoort. Y es una apertura a todos, independientemente de su raza, color, edad, género o incluso religión. Tiene lugar en un edificio muy bonito, en el cual uno siente tranquilidad, y donde hay espacio para orar, donde hay espacio para meditar, estudiar o tomar un café, celebrar y ser escuchado.

José
Sí, ser escuchado. Y la verdad es que esta importancia de escuchar nos acompañó muchas veces en otras conversaciones que hemos tenido con otros misioneros. El ministerio de escuchar es algo que ha estado presente desde nuestros orígenes, y creemos que, de hecho, es uno de los medios privilegiados para esta apertura al mundo, este diálogo con todas las personas. Ambos han demostrado ser muy necesarios en la labor de la evangelización. Lo curioso es que, durante el año pasado, muchos cohermanos y laicos nos han confesado que ellos también sienten la urgencia de una Iglesia así, una Iglesia con oídos abiertos, una Iglesia capaz de una nueva disponibilidad. Una Iglesia capaz de sentarse en torno a una mesa, con una taza de café en la mano, y para escuchar al mundo. Estas conversaciones fueron un testimonio muy bonito de lo que el Espíritu inspira entre nosotros.

José
Mirando nuestras constituciones y haciendo un puente entre lo que mencionábamos al principio de este vídeo, parece evidente que tenemos la labor de formar comunidades con aquellos a los que somos enviados como misioneros. Cuando pensamos en esto, el ejemplo más inmediato que nos viene a la cabeza es The Welcome Home, en Winnipeg, Canadá.

Teresa
The Welcome Home es un Proyecto que tiene ya 25 años, y, como su propio nombre indica, es una casa con puertas abiertas para acoger, y preparada para formar una comunidad con los últimos de la ciudad, particularmente con los pobres.

Esta casa fue soñada por algunos religiosos y laicos redentoristas y tiene como pilares fundamentales la Comunidad y la Misión. Actualmente, viven en la casa un cohermano nuestro, un laico y un estudiante redentorista, pero la vida de la casa va de la mano con la comunidad religiosa redentorista, que está justo a unas pocas calles, y con los muchos voluntarios y Laicos Redentoristas Asociados, que creen en este proyecto y se dedican a él regularmente.

José
Es una casa con mucha vida. Hay clases de cocina con mujeres y jóvenes, hay mañanas de formación en la fe, hay encuentros de apoyo y acompañamiento para gente que está intentando salir de alguna adicción, hay también ayuda con comida y bienes básicos para los que atraviesan dificultades económicas en un determinado momento. Hay toda una programación diaria en la que sólo hay una norma: puertas abiertas. Y todos aquellos que busca un hogar lo encuentran allí. Aquí son bienvenidos. Y, por eso, forman una comunidad en la cual unas veces ayudan y otras son ayudados.

Teresa
¡Y celebran juntos! No puede ser todos los domingos, pero celebran juntos al menos dos veces al mes.

¡Es sin duda una vida comunitaria muy verdadera!

José
Bueno, hemos compartido sólo algunos ejemplos de cómo nosotros, redentoristas, permanecemos abiertos al mundo, el modo en que intentamos mantener un diálogo misionero con los hombres y mujeres de hoy, evitando fórmulas evangelizadoras, y cómo vamos asumiendo la labor de crear comunidades misioneras. La buena noticia es que estamos convencidos de que en los más de los 80 países en que estamos presentes, habrá todavía muchas más historias que contar, así como también más desafíos.

Teresa
Seguimos buscando una fidelidad a nuestro carisma, sabiendo que nuestro Maestro es Jesús y que el Espíritu continúa llamándonos a anunciar la Abundante Redención de nuestro Dios.

¡Y vamos juntos!

Autores: Teresa Ascensão y José Silva Oliveira
Traducción: Carlos A. Diego Gutiérrez, CSsR

 


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