Una misión que da sentido a la vida
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La presencia de Cristo en la Comunidad
Discípulo: Una misión que da sentido a la vida
Testimonio de Lena
Hola. Me llamo Lena Darbinian. Conozco a los redentoristas desde hace tiempo, más de veinte años. Colaboro con ellos prácticamente todo el tiempo y les ayudo en diferentes labores. Al principio ayudaba al padre Dariusz Paszyński, quien aquí, en Orsk, construyó la iglesia y la casa parroquial. Estoy muy feliz de haber trabajado todo este tiempo con los padres. Me han aportado mucho desde que era una adolescente; ahora puedo recoger los frutos de este cuidado; las semillas, que ellos sembraron en mí, puedo entregárselas a mis hijos. Tengo cinco hijos, de los cuales cuatro son monaguillos, también ellos me ayudan hoy en los oficios.
Continuamente ayudo a los redentoristas, actualmente en un centro para menores que ayuda a los niños y a las familias que se encuentran en situaciones de vida difíciles.
Puedo retraerme un poco al pasado, cuando apenas comenzaba a trabajar en la parroquia, y en ella estaban los padres Dariusz Paszyński, Paweł Jurkowski y Jan Główczyk. Ellos fueron los que me mostraron por primera vez toda la esencia de la Congregación de los Redentoristas. Me familiarizaron con todos sus cohermanos, con la persona del fundador de la Congregación, con la historia de cómo cruzaron los Alpes y llegaron aquí, a Rusia, y más allá, cómo llevaron a cabo su misión…
En el transcurso de estos años, pude observar y convencerme de que los padres, con su vida, daban testimonio de aquello que quería san Alfonso Liguori.
¿En qué ayudaba a los padres? El padre Paweł Jurkowski editaba por aquel entonces la revista “Clemente”, yo era su secretaria. Ayudaba también a organizar los cursos diocesanos de catequistas y en la construcción de la iglesia. Básicamente intentaba ayudar en todo lo que hacían los padres. Cada tarea que recibía, la aceptaba con gusto. Servir tan activamente en su trabajo me producía alegría. Estaba sorprendida de con qué entusiasmo y con cuánta fe los padres llevaban el Evangelio a la gente, y de manera tan desinteresada.
Los padres que llegaron recientemente a Orsk (Paweł Mroczek y Waldemar Warzyński) sirven a la gente de un modo realmente abnegado y le llevan a Cristo. Esto es lo más importante de su vida. Es inspirador, conmovedor y beneficioso. Mi corazón y mi alma se conmueven al ver sus brazos abiertos que quieren llevar a Cristo a la gente. Y yo participo en todo ello. Esto me ayuda a dar a conocer a Cristo a mi familia, a mis hijos. Esto les enseño, les ayudo a descubrir a Dios.
Me alegro mucho de que en mi vida durante todos estos años estuvieran estos padres, que me ayudaron, me formaron y ahora forman a mis hijos y a toda mi familia. Estoy muy orgullosa y agradecida por todos los padres, por todo lo que me han dado personalmente a mí, a nuestra parroquia y a toda la gente. ¡Muchísimas gracias!
Testimonio de Bohumír
Buenos días. Me llamo Bohumir Živčák. Me encuentro en la iglesia de los redentoristas de Podoliniec. Podoliniec es un pequeño pueblo de las montañas de Eslovaquia. He decidido dar este testimonio en esta iglesia porque es muy importante en mi historia. Cuando era niño, solía pasar por esta iglesia vacía y pensaba: “¿Qué será este edificio?”. Esto fue durante el régimen comunista y la iglesia estaba cerrada. El monasterio estaba prácticamente destruido, deteriorado, casi en ruinas. Más tarde descubrí que esto solía ser un campo de concentración para monjes y monjas, casi ochocientos. En 1950, se los tomó de diferentes monasterios de la antigua Checoslovaquia, con el objetivo de destruir a la Iglesia. Pero cuando yo era niño, el monasterio ya estaba vacío, por lo que me preguntaba si volvería a tener vida.
Cuando tenía 13 años, un joven, mayor que yo, me llamó cuando iba en bici al pueblo y me preguntó si me gustaría unirme a un pequeño grupo. Todo se hacía en secreto. La Iglesia era clandestina en esa época, y yo no sabía que este joven era el padre Michael Zamkowski, redentorista, un redentorista secreto ordenado en Polonia. Entonces, lo que hicimos, en un pequeño grupo de cinco, seis personas, era reunirnos cada semana durante muchos años haciendo retiros en el bosque. Pensábamos que nuestra vida iba a ser así, luchando contra el régimen, algo así como una guerra de guerrillas. Pero entonces, tras la revolución de 1989, la situación cambió repentinamente y los redentoristas pudieron volver al monasterio.
Por aquel entonces, mi futura esposa y yo pensábamos en casarnos y sobre qué deberíamos hacer en la vida. Sentíamos que Dios nos estaba llamando a involucrarnos en la vida de la iglesia, en la pastoral. Pero no había modo de que un laico se involucrase. Los redentoristas también intentaron encontrar su modo en esta nueva situación, porque habían estado viviendo separados y ahora eran capaces de volver a juntarse en sus comunidades. Decidimos intentar ayudar y empezamos por la reconstrucción del monasterio, trabajando manualmente, y poco a poco tratando de continuar nuestra labor con los jóvenes en las misiones. Creamos un pequeño equipo misionero en torno a los redentoristas y reiniciamos, después de muchos años, las misiones parroquiales que se convirtieron en la pastoral que ahora es bien conocida en todo el país.
Al trabajar internacionalmente con otros grupos, también nos involucramos en las misiones extranjeras, la mayoría en los países post-comunistas pero también en Asia: Kazakstán, Turkmenistán, Kirguizistán, en África, en Europa occidental, en Estados Unidos y Canadá.
Así, desde este lugar tan pequeño, Dios se ha servido de nosotros como misioneros en diferentes partes del mundo, y los redentoristas son parte de ello, porque ellos lo crearon, ellos crearon un espacio, un lugar, para nosotros. Justo ahora, la comunidad, llamada “Comunidad Río de Vida” es una comunidad de 56 adultos, laicos, que están involucrados y comprometidos con las misiones aquí en el país, y fuera de él. Nuestra vida, entonces, está muy conectada con los redentoristas en el día a día, y prácticamente trabajamos juntos en todo lo que hacemos. Así, se convierte en mi vida, en mi alegría, en mi tiempo libre, no sólo para mí y mi mujer, sino también para nuestros hijos (dos de ellos son ya adultos, por lo que ya están involucrados en la comunidad y en las misiones).
Pues esta es mi vida, y esta es nuestra experiencia aquí, en Eslovaquia, con los redentoristas. Hemos aprendido que podemos hacer cosas juntos y que hacer cosas juntos da incluso un testimonio mayor para la gente a la que servimos.
Testimonio de Antonio
¡Hola, muy buenas! Me llamo Antonio Yrizar. Tengo 34 años y pertenezco a la Parroquia del Perpetuo Socorro de Madrid. Bueno, por contar un poco por dónde empezó mi experiencia con los redentoristas, empezó de manera muy natural. Empezó cuando era niño, después de la comunión, que yo hice en mi colegio, y empezó participando de los diferentes grupos de la parroquia por edad: empecé en postcomunión, seguí por juveniles, confirmación, catequista de confirmación, grupo de jóvenes, etc. Por supuesto, participando de encuentros y convivencias, de la misión del Espino, y participando activamente con la Asociación para la Solidaridad, el canal solidario de la provincia de Madrid, donde además de irme de voluntario, he estado también en la Junta Permanente durante años como Secretario.
El caso es que mi relación con los redentoristas ha sido, como he dicho, natural. Ha ido vinculada a mi desarrollo y ha sido muy útil en las diferentes etapas de mi vida, tanto desde niño, donde te permite tener otro grupo de amigos, un ambiente en el que se habla de otras cosas, como más joven en el que empiezas también a descubrir el mundo con una perspectiva diferente y con el Evangelio presente en tu vida; como ahora, incluso, donde estoy acompañando el grupo de Jóvenes Adultos, llamado Scalini, jóvenes entre 25 y 35 años en esta etapa en la que están empezando a trabajar y empiezan a cambiar los compromisos y tienen menos tiempo, pues también intentamos sacar un tiempo en el que hablar de cosas relacionadas con el Evangelio y con nuestra fe.
Básicamente eso, el mayor valor que yo diría es que el carisma ha sido capaz de acompañarme durante toda mi vida. Ha sido capaz de darme una visión diferente a la que el resto de la sociedad normalmente da, y ha sido capaz de fomentar y hacer más fuertes los valores cristianos en mi vida y, cuando a veces se me ha olvidado, me lo ha recordado; y cuando he necesitado un consejo, una ayuda, siempre he encontrado quien me la diera. Además me ha ayudado mucho toda la labor con Asociación para la Solidaridad, que me parece una rama fundamental de la Provincia Redentorista de Madrid. Me ha permitido ver redentoristas de todo el mundo, diferentes formas de entender el carisma y me ha permitido conocer lo grande y lo variado que es el ambiente redentorista y la familia redentorista en toda su amplitud, como digo, no sólo los religiosos profesos, sino también las religiosas, las comunidades laicas, los grupos de pastoral social… muchísima gente que está alrededor de los redentoristas y que ha conseguido darme una visión muy interesante de lo que es el carisma redentorista en el mundo.
Así que nada básicamente esta es mi experiencia. Ahora mismo estoy sobre todo colaborando con este grupo, pero deseando y contento de colaborar en el resto de las etapas de mi vida, puesto que ha sido muy interesante y muy enriquecedor, al menos hasta ahora, desde luego, así que así pretendo que siga siendo así. Muchas gracias por todo y seguimos en contacto. ¡Hasta luego!
Autores: Lena Darbinian, Bohumír Živčák, Antonio Yrizar
Traductor: Carlos A. Diego Gutiérrez CSsR
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