Cominidad de oración y trabajo

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Cominidad de oración y trabajo

Hola, me llamo Jeffrey Rolle y soy hermano redentorista. Clarifiquemos esto: no soy un estudiante en formación para ser sacerdote. En la Congregación Redentorista hay hermanos y sacerdotes. Yo he decidido ser misionero redentorista como hermano. Permitidme aprovechar esta oportunidad para invitar a los que escucháis este programa, y estáis deseosos de dar vuestra vida a Cristo, a considerar la vida redentorista. Hoy voy a compartir con vosotros mis pensamientos sobre unas pocas constituciones relacionadas con la oración. ¿Por qué necesitamos rezar y cómo debemos rezar?

Ser un redentorista con votos significa que soy un miembro de la Congregación del Santísimo Redentor, una congregación integrada por personas que nos comprometemos en la vida, a través del carisma redentorista, a servir en la viña de Dios. Muy simple pero, nosotros, como seres humanos, somos muy egoístas por naturaleza; está en nuestro propio interés cuidar de uno mismo, preocuparse de uno mismo, protegerse a uno mismo. Venimos a este mundo equipados con un deseo infinito, en su mayor parte orientado a satisfacernos a nosotros mismos, a hacer nuestra propia voluntad, y, dado que ésta es nuestra tenencia natural, vivir una vida cristiana puede ser todo un desafío. Más desafiante aún es comprometerse a convivir y trabajar juntos para vivir la vocación cristiana. 

Jesús nos invita a seguirle, pero, para hacerlo, tenemos que salir de nosotros mismos, así como estar presentes para otros. Ésta es una llamada radical a abandonar nuestra propia voluntad y ponernos totalmente en disposición de hacer la voluntad de Dios. Obviamente, unirse a una congregación religiosa, como modo de seguir a Cristo, no elimina de nosotros inmediatamente nuestras tendencias egoístas innatas; por ello, es importante tener algún modo de redirigir conscientemente nuestro deseo de autocomplacencia, de hacer nuestra propia voluntad, hacia la realización de la voluntad de Dios. Una de las maneras de redirigir este infinito deseo de hacer nuestra voluntad es la oración. ¿Cómo se dice que deben rezar los redentoristas? Para responder a esta pregunta, echemos un vistazo a nuestras Constituciones y Estatutos. Nuestras Constituciones y Estatutos son una alianza que orienta nuestra vida entera como redentoristas hacia el seguimiento de Jesucristo Redentor. Nos indican el qué: la misión; y el cómo, es decir, cómo debemos ser en esta misión. 

Las constituciones 26 a la 33, y la 39, se encuentran en el Capítulo 2, titulado: “La Comunidad Apostólica”. Del mismo modo que a los apóstoles se les confió una misión como grupo (no a cada uno la suya propia, sino más bien trabajar unidos como un solo cuerpo), nosotros, como redentoristas, estamos llamados a acercarnos a la misión siempre como comunidad, esto es, personas diferentes de ambientes diferentes, con diferentes modos de ver el mundo, que se unen y trabajan juntos para el bien común. Cualquier grupo puede elegir una causa y juntarse para trabajar por ella en vistas al bien común. Nosotros, como redentoristas, nos juntamos en comunidad para el bien común de seguir a Jesús Redentor construyendo el Reino de Dios a través de la predicación de la Buena Noticia, buscando especialmente a los pobres y a los más abandonados. Esto es elegir un camino radicalmente opuesto a aquel por el que nos sentimos llamados a ir de forma natural. 

Comencé preguntando por qué rezamos y cómo estamos llamados a rezar. ¿Por qué rezamos? Rezamos para no desanimarnos. La constitución 26 hace referencia a una exhortación de Jesús a sus discípulos, tomada del Evangelio según san Lucas. Jesús sabe que, para quien haya elegido seguirle, no es fácil no tener dificultades a lo largo del camino. Él también sabe que nuestro temperamento humano fácilmente se desanima y se rinde cuando las cosas no salen de la manera que esperamos. Para seguir a Jesús necesitamos tener una cierta disposición. La constitución 28 hace referencia a esta disposición como “ministros de la revelación del misterio de Cristo entre los hombres”; somos testigos del amor redentor de Dios para la gente. San Alfonso, nuestro fundador, fue ejemplar en su celo pastoral. La constitución 33 nos llama a reproducir en nuestras vidas el celo apostólico de nuestro fundador, según los modos que mejor se adecúen a las necesidades de nuestros tiempos. Para mantener esta disposición, y no desanimarnos, de ser testigos de Cristo, de tener celo pastoral, necesitamos la oración para edificarnos, para fortalecernos, para darnos ánimo para ser capaces de aguantar el viaje. Nuestra llamada es permanecer en camino hasta el final del viaje: san Alfonso decidió llamarlo “perseverancia”. 

Las constituciones van más allá de decirnos por qué necesitamos rezar; también nos dan los medios, esto es, cómo rezar. La belleza de las constituciones reside en que toman en consideración la realidad de que la comunidad está integrada por personas individuales, y, para que la comunidad sea fuerte y no se desanime, las personas individuales que la forman deben, cada una, ser fuertes y no desanimarse. Por tanto, las constituciones atienden tanto a la oración comunitaria como a la personal, no como competidoras, sino como complementarias. Veamos cómo estamos llamados a rezar. 

Constitución 30: “Puesto que los redentoristas tienen como característica vivir y trabajar en comunidad, se reunirán para orar comunitariamente… Además de la celebración litúrgica, esto es, la Eucaristía y la liturgia de las horas, los congregados tienen el derecho y la obligación de dedicar a la oración al menos una hora cada día”.

Vemos en esta constitución el mandato de juntarse y determinar las formas de oración comunitaria. Debemos celebrar la Eucaristía juntos, usar la oración de la Iglesia, usar las devociones particulares de nuestra Congregación, usar las devociones de otros carismas. Estamos llamados a rezar juntos para ser expresión de la unidad de los miembros y alentar el celo misionero. 

La misma constitución también garantiza el derecho y la obligación de cada miembro de dedicar al menos una hora cada día a la oración. Dos palabras que son muy importantes: derecho y obligación. El derecho a rezar es algo que el superior o la comunidad no puede negar a cada miembro, pero la parte más bonita es que cada miembro tiene la obligación de rezar. La obligación no es algo que se nos imponga, sino una disposición y un acercamiento personal de pleno corazón a Dios. 

En la gran tradición redentorista, la constitución 32 nos ofrece a la Bienaventurada Virgen María como modelo y socorro, pues Ella, sierva del Señor, al recorrer el camino de la fe y abrazarse de todo corazón a la voluntad salvífica de Dios, se consagró por entero a la persona y a la obra de su Hijo, y cooperó y sigue cooperando al misterio de la redención. 

En la oración crecemos en disposición para renunciar a nuestra propia voluntad y someternos a la voluntad de Dios. Esto nos predispone a dar el siguiente paso, esto es, estar en misión. 

Constitución 39: Cada uno, según sus propias aptitudes y capacidades, asuma la parte de trabajo comunitario y aquellas tareas que le pida la vocación misionera. 

Al comprometernos como redentoristas, nos comprometemos con la misión. Esta misión se discierne en comunidad, reflexionando sobre los signos de los tiempos y las necesidades del Pueblo de Dios. Cada miembro ha de prestar su plena cooperación y disponibilidad de acuerdo con este discernimiento de la comunidad. Hemos de estar preparados para ir dispuestos y de corazón adonde la misión de la comunidad nos llame a servir. 

Citando a san Alfonso:

“Quien reza se salva; quien no reza se condena”

Autor: Hno. Jeffrey Rolle CSsR
Traducción: Carlos Alfonso Diego Gutiérrez CSsR

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